Raúl Jiménez Lescas
Morelia,Michoacán,7 de septiembre del 2022
Los Tratados de Córdoba y el Plan de Iguala para consumar la Independencia de México. Séptima parte.
Sí alguien fue luminaria tras la consumación de la Independencia de México, fue José Miguel Rafael Nepomuceno Ramos de Arreola y Arizpe. Su colega don Juan de O’Donojú había firmado los llamados Tratados de Córdoba y entró -enorgullecido como pavo real, a la ciudad de México, entonces capital de la ex provincia española de España- con el Ejército Trigarante, pero rehusó firmar el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, aquel 28 de septiembre de 1821. Año 1, de nuestra Independencia. Sus razones tuvo, de las cuales me ocuparé más tarde.
Siempre dejo para más tarde lo interesante de la Historia, en lugar de andar buscando “tres piés al gato”, mejor encontrar lo interesante de la Historia que inventar una Historia Interesante de la Historia, como hacen algunos colegas que venden como mercancía la Historia.
Dos historias derivadas. Nótese el toque de la matemática infinitesimal: El destino de Ramos Arizpe y del general Antonio Valero de Bernabé y Pacheco. El primero, combatiente en el constituyente de 1824 en México; el segundo, combatiente por la Independencia de Nuestra América.
El clérigo y colega de don Juan de O’Donojú, participó del primer Congreso Mexicano, donde peleaban los grupos de poder: republicanos, borbonistas (monárquicos) y los iturbidistas, además de los ex insurgentes, léase Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, fray Servando Teresa de Mier y Carlos María de Bustamante que afilaban las espadas contra la monarquía moderada de Agustín I. El clérigo liberal fue arrestado por decisión de la corona imperial de don Agustín I. Otros diputados también cayeron en prisión, mientras que Victoria y Guerrero se fugaron por el camino de La Marquesa para atrincherarse en el actual estado de Guerrero, donde tenían sus bases militares. El periodista Bustamante no escapó y fue arrestado, por segunda ocasión, a manos, ahora de los monárquicos del nuevo emperador: Agustín I.
Pero Ramos Arizpe salió victorioso por enésima ocasión. ¿Sí libró las cárceles del rey Fernando VII, por qué no las del emperador efímero, Agustín I?
Así que tras la abdicación de Agustín I, se le vió muy activo en la comisión que elaboró el proyecto de la Constitución Federal en 1823 y fue aprobado en 1824. La Constitución de 1824, la primera del México Independiente (la de 1814 promulgada en Apatzingán, fue del proyecto de nueva Nación).
Fue el 4 de octubre de 1824, cuando se juró la Constitución, muy al estilo español de jurar por todo: “Júralo por Díos” decíamos en nuestra niñez. La “Jura” de la constitución Federal de 1824 definió una República Federal integrada por 19 estados y 4 territorios federales (Texas formó parte del estado de Coahuila y Texas).
Así empezó nuestra historia, de lucha entre monárquicos pro españoles, pro Agustín I, centralistas republicanos y federalistas republicanos. Una lucha que nos consumió hasta la Reforma de 1857, cuando el colega de don Juan de O’Donojú ya no estaba para contarla. El clérigo Ramos Arizpe, durante el gobierno del presidente Guadalupe Victoria (el primer presidente de México) entre de 1824 a 1829 fue ministro de Justicia, cargo que también ocupó de 1832 a 1833 con los presidentes Manuel Gómez Pedraza, Valentín Gómez Farías y Antonio López de Santa Anna. Fue un intelectual orgánico, se dice ahora en el léxico gramsciano. Un cuadro político de la Independencia.
- Se le vió como diputado de Cortes Constituyentes por el estado de Puebla y miembro de la junta que surgió de las Bases de Tacubaya. Su defensa del federalismo le valió el sobrenombre de Padre del Federalismo.
Yo sí lo creo, Ramos Arizpe, colega de don Juan de O’Donojú, es padre o uno de los padres y madres del federalismo mexicano. No era viejo o muy viejo. Tenía apenas 68 años de edad y sin haber amado, al menos eso creemos. Estaba muy enfermo de la llamada, en ese entonces, “gangrena seca” y lo visitó la muerte el 28 de abril de 1843. Ahí en Puebla, ahora de Los Ángeles, sirvió a Díos como deán y chantre de la Catedral poblana (por cierto hermosa).
Para quienes quieran dejarle un recuerdo, está enterrado con honores, que se los merece por cuenta propia no por ser colega de O’Donojú, en la Rotonda de las Personas Ilustres de la Ciudad de México (Miguel Ramos Arizpe, 1775-1843, Político y sacerdote, Coahuila). Ahí en el Valle de San Nicolás (Coahuila) vio la luz Ramos Arizpe, pero nunca volvió, en su honor se denomina Ramos Arizpe.
Estoy muy de acuerdo.
Continuará.
Fuentes:
Antonio Valero de Bernabé y Pacheco. Biografía. Real Academía de Historia, recuperado de: https://dbe.rah.es/biografias/39118/antonio-valero-de-bernabe-y-pacheco
Juan O’Donojú y O’Ryan. Biografía. Madrid. Real Academía de Historia, recuperado de: https://dbe.rah.es/biografias/7120/juan-odonoju-y-oryan
Juan Ortiz Escamilla (Comp.) [Con la colaboración de David Carbajal López y Paulo César López Romero] Veracruz. La guerra por la Independencia de México 1821-1825. Antología de documentos. Comisión Estatal del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana.
Rodrigo Moreno Gutiérrez. La trigarancia. Fuerzas armadas en la consumación de la independencia. Nueva España, 1820-1821, recuperado de:
https://historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/trigarancia/04_04_Capitulo3_Desarrollo.pdf
_, Ortiz Escamilla, Juan (2010). El teatro de la Guerra: Veracruz 1750-1825. Publicacions de la Universitat Jaume I.
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