CRÓNICAS DESDE TULANCINGO Y DESDE DE MIS SETENTA Y CINCO Y MÁS.DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS. UNA REFLEXIÓN.

Alejandro Cea Olivares.

La palabra gracias apunta a aspectos muy importantes de nuestra existencia. Las gracias son en esencia dones recibidos gratuitamente, sin que uno los merezca. Un ser humano, desde esta visión, es alguien que recibe más de lo que imagina: es un recipiente de dones que se le ofrecen gratuitamente.

Puesto que lo que recibimos nos supera, “dar las gracias” no significa pagar lo recibido, significa sencillamente reconocer que se ha recibido mucho más de lo que se merece. La gratitud es así la virtud de decir a quien da el bien: reconozco tu bondad, tu generosidad, es más, “no tengo con que pagarte lo que me has dado”.

Millones de norteamericanos viajan para encontrarse con la familia y juntos dar gracias por los beneficios recibidos. Quizá ninguna otra fiesta, ni la de Navidad, reúne a tantos en tantas mesas. Curioso que un país dedique un día a decir “gracias” por todo lo recibido.

Vayamos a la historia. Al principio del siglo XVII, después de gravísimas dificultades que llevaran a que muriera casi la mitad de un grupo de colonizadores en lo que hoy es Massachussets, un grupo indígena los ayudó con semillas -se dice que de maíz- y con técnicas de pesca. La cosecha fue buena, la pesca también y su alimentación se completó con los pavos salvajes de la zona. La leyenda dice que organizaron, con los indígenas que los habían ayudado, una gran comida de agradecimiento, de Acción de Gracias -A Dios – (recordemos que en Inglaterra sufrieron persecución por motivos religiosos). Agradecieron, y mucho, por estar en una tierra de libertadas y dones.

Se extendió la costumbre de dar gracias, y en los sesenta del siglo XIX, el presidente Abraham Lincoln declaró al Día de Acción de Gracias fiesta nacional. Durante años, en ese día, además de la comida familiar en retribución a lo recibido por los indígenas, muchas familias norteamericanas donaban comida e invitaban a su mesa al que no tenía.

Una fiesta secular de Acción de Gracias, instituida oficialmente, habla de una sociedad que tiene como esencial, junto con la libertad y los derechos ciudadanos, a la gratitud; habla muy bien de su calidad humana y de su fortaleza, pues quien reconoce a su familia, comunidad, trabajadores, amigos, instituciones, etc., abrirá su corazón y retribuirá en algo. El agradecido forma parte de una cadena de servicio y donación. No es egoísta.

Es maravilloso lo que nos regalan las palabras, fijémonos: quien recibe los dones, las gracias de los otros es un “agraciado”, pero esta palabra indica el efecto en quien recibe, pues el agraciado, el que tiene gracia, brilla, luce, alegra a los demás. Decimos de esa persona “tiene gracia”. Por lo contrario, quien no agradece es un mal agradecido y no sólo eso, sino que, en ocasiones le atribuimos un terrible nombre: “es un desgraciado”, y la palabra indica a alguien malo, tramposo, maligno, que hace daño, entristece. Exactamente lo contrario del agradecido.

La realidad señalada por las palabras es irrebatible. Quien da gracias es porque reconoce que ha recibido mucho más de lo que merece. Por tanto, no se cerrará a los demás, sino que tenderá a ser bueno, es decir, a participar de lo que tiene, a tratar bien a quienes lo rodean. En cambio, quien considera que todo lo que tiene es únicamente producto de su esfuerzo se considerará dueño y señor, nunca amigo y servidor.

Así un Día de Acción de Gracias es un día de verdad y justicia pues obliga a recordar que somos beneficiarios y es un día de comunión y bondad pues lleva a reconocer a los otros. Es un día pues, me atrevo a decir, de sanidad moral y de amor.

Por lo contrario del Día de Acción de Gracias, creo que en México muchas personas, y cada día más, conforman muchos de sus días como Día de Quejas y Reclamos. Pongo un par de ejemplos, el presidente de la República despotrica contra todo lo ocurrido en el pasado y contra mucho del presente, nada agradece de lo que encontró en el país y al igual que él, aunque se consideren sus oponentes, muchos amigos dedican su permanente Día de Quejas y Reclamos a reenviar por la red y a platicar sobre todo lo malo que encuentran. Afirman que el país se está cayendo, que todo es terrible y es por demás decir que no reconocen nada bueno de su entorno.

El mal se extiende: tenemos una venda en los ojos y un corazón de malagradecidos. Ya no hablamos, como hace años se hacía, de la gran riqueza de México: de sus productos, de sus costumbres, de su cultura, de sus instituciones, de sus artistas, de su gente. De eso nada. Menos aún convivimos con los diferentes, con los que menos tienen: los negamos, no los vemos o hasta los insultamos. Y ya que no hay nada que agradecer, tampoco hay nada que dar, y asi el que se duele de todo lo malo que ocurre en el país, no da nada a nadie y si puede saca parte de los bienes que aquí obtuvo al extranjero. El daño es grave, pues muchos de los que tenemos estudios y medios económicos estamos pasando de seres humanos en sociedad y orgullo a masa de ciegos malagradecidos y aislados. Esto a nada y a nadie ayuda.

Nos urge recuperar nuestra humanidad y para ello requerimos construir nuestra Día de Acción de Gracias. Vale la pena que este día, o cuando se pueda, dar un tiempo para recordar lo que hemos recibido de la sociedad, de los otros. Calles y edificios, paisajes, miles de productos para comer, para vestir, para convivir, un lenguaje y una historia, muchos bienes culturales, desde nuestras zonas arqueológicas hasta las obras de la modernidad, literatura, artes plásticas, cine, etc., y aunque los hemos traicionado, un gran sentido de nacionalidad, una religión y un cuerpo de valores que privilegiaba la vida modesta, el cuidado por los niños y los viejos, la fraternidad entre vecinos. Eso hemos recibido de gratis, de gracia, de eso trata el dar gracias.

Que hay problemas los hay, pero estos únicamente se superan viendo y reconociendo lo bueno; jamás insultando o usando lo malo de los otros para justificar nuestro egoísmo, nuestro aislamiento, nuestra incapacidad de dar Gracias. Quien agradece brilla, participa y, milagro de la palabra y la realidad, se vuelve grato, quien no lo hace puede terminar en desgraciado. Es asunto de simplemente pensar lo que somos y tenemos y de dónde viene.


Descubre más desde REVISTA UNIDAD PARLAMENTARIA

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario