La corrupción cabalgante que vivimos en un país que presume de democracia, como España, miembro de uno de los entes supranacionales con mayor prestigio democrático del mundo, como la Unión Europea, va adquiriendo un aspecto preocupante, merced al silencio y la aparente indolencia popular, a pesar de que, en las encuestas, la corrupción figura como el principal problema del país, junto al Paro laboral. Nadie dice lo más mínimo, ni una sola manifestación de protesta contra la corrupción. Diríase que España vive su propio desastre anestesiada.

La juez Mercedes Alaya, instructora contra viento y marea, de uno de los casos de corrupción más escandaloso, los «ERE de Andalucía», reconocía en una conferencia en el Ateneo de Madrid, que el sistema judicial se encuentra cada vez más maniatado, de cara a la persecución de la corrupción, y que esta misma va en paulatino y progresivo aumento. Según la juez Alaya, el Ministerio Fiscal, que representa al Gobierno ante la Justicia, detenta cada vez más competencias persecutorias de la corrupción, lo cual equivale, poniendo un ejemplo gráfico, a entregar a los zorros la llave del gallinero.

Los delitos que cometen los representantes políticos de los españoles, son de todo tipo en abuso de poder, pero saltan a la luz pública, casi exclusivamente, los relacionados con el robo de dinero o tráfico de influencias, llegando a constituir unas cifras realmente astronómicas, de cantidades robadas y malversadas. Entre los más recientes, tenemos el ya mencionado caso ERE, donde se defraudaron unos 855 millones de Euros. Los casos también célebres de Bárcenas, Gurtel y Púnica, rondan en total 420 millones de Euros defraudados. Si miramos un mapa de España, donde se coloreen en rojo los puntos geográficos donde existen casos de corrupción en proceso judicial, el mapa se presentaría con un rojo profuso y bien generalizado.

Pero no se trata solo de la rapiña económica, sino que estamos en condiciones de hablar de violaciones graves de los derechos humanos. Estas provienen de los tejes y manejes, llevados a cabo desde las alcantarillas del poder, y no están aún lo suficientemente investigadas, porque España es un país donde todo está «atado y bien atado», como reconociera el anterior Jefe del Estado, el General Franco, desde su lecho de muerte. Sin embargo, llegan a promulgarse leyes que atentan directamente contra la libertad de expresión, como sería la conocida como «Ley Mordaza», que ha conseguido llevar a la cárcel a artistas y escritores, por irse de la lengua más de lo debido. Como cantara el cantautor madrileño, Ismael Serrano: «Las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más».

FRAN AUDIJE

Madrid, España, 25 de enero del 2023