Me molesta que me roben, y me molesta que me estafen, teniendo que pagar por algo que ninguno de los que lo poseen ha pagado. Pero me indigna indeciblemente, que al pobre y al oprimido, les roben su pan y la libertad. Ya es el colmo, que estos ladrones se jacten de algo que solo pueden enarbolar con las palabras, porque los hechos hablan por sí solos.
Se pueden robar muchas cosas, pero cuando lo que se roba es la vida de una persona, y no en el tercer mundo, sino en Europa, en una Europa que presume de modernidad y de derechos humanos, entonces habría que exigir cuentas a los ladrones de tal inhumanidad, y, por lo menos, que vayan a la Cárcel.
Robar la vida de una persona, es declararle enfermo mental, para encubrir el abuso, y poder perpetuarlo en el tiempo todo lo que me apetezca. Robar la vida de una persona, es bloquear su vida afectiva, arrebatarle los amores, y humillarle dejando que vea cómo sus amores se van con otros varones, medio obligadas o con una navaja al cuello. Robar la vida de una persona, es torturarla literalmente, aislarla de todo el mundo mediante argucias innobles. Y todo este saqueo de una pobre vida, de una persona normal, para tratar de coaccionarle a someterse a la prostitución, y destrozar su vida con toda la mala intención.
Encima, los asaltantes de caminos están ofendidos, porque la pobre víctima se defiende como gato panza arriba, y no encuentran suficiente todo el daño que le han hecho durante décadas, porque, como no ven que eche sangre por la boca, creen que el abuso debe continuar. No, pero la víctima, a la que han puesto de vuelta y media, encima decide perdonar y disculpar a sus perseguidores, con la condición de que le dejen vivir en paz, sin privilegios, pero en paz. Pues ni así. No es suficiente. La respuesta es que debe comprar su libertad, con la cesión de una ingente obra escrita, que había regalado a los pobres y oprimidos de toda América.
Me estoy enterando ahora, que un español por ius soli y por ius sangüini, debe pagar por su nacionalidad, que es la que le otorga la libertad y los derechos. Debe ser algo inédito en el Derecho de los pueblos: pagar por algo que te pertenece. ¿No será al contrario, que es el ladrón quien debe pagar por robarte la libertad y los derechos?.
Sigo manteniendo, no obstante, que lo más sangrante de todo esto, que ya de por sí es sangrante, es que le roben el pan y la libertad, al pobre indígena y campesino latinoamericano, al que una obra literaria que habla de amor y de respeto por la humanidad y por la dignidad, iba a devolverle, al menos, el alivio de unas sonrisas.
FRAN AUDIJE
Madrid,España, 7 de febrero del 2023
Descubre más desde REVISTA UNIDAD PARLAMENTARIA
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
