¿Es posible que nos volvamos en contra de nuestros propios intereses, perjudicándonos a nosotros mismos, y a los que nos rodean en el mismo barco de la vida?. La respuesta es un contundente, sí. De hecho, semejante estupidez y despropósito, sucede con más cotidianidad de lo que podríamos sospechar.
Me ciño al caso de una nación de gran solera, que conozco de primera mano, porque es la mía propia: España. Mi país, al que amarlo y quererlo, no implica dejar de ver y de considerar sus vicios y defectos, es un lugar que practica de manera inmemorial el «cainismo», como alcanzara a comprender y analizar la denostada Generación literaria de 1898, hasta el punto de que fueron estos enormes escritores y filósofos españoles, los que acuñaron el término mencionado de «cainismo», que hace referencia al pasaje bíblico, en el que Caín mata a su propio hermano, Abel, por celos y envidia.
España, un país muy soleado, con una envidiable posición geográfica, que nos ha salvado de invasiones y de la marginación mundial, debido a nuestros propios errores políticos, solo por esa posición estratégica con la que cuenta la península ibérica en el mapa de Europa.
La sombra de Caín, como dijera Machado, nos asola a los españoles, sin embargo, puesto que somos hartamente dados a mantener luchas intestinas, en una tensión político-social permanente, que nos aboca a cometer los errores que he comentado que cometemos con bastante frecuencia, merced a las trifulcas entre nosotros mismos.
Habría que hacer un estudio sociológico profundo de España y de los españoles, que no sé si está hecho de forma concreta y expresa, en alguna obra determinada, pero, desde luego, a lo largo de los siglos, son innumerables los personajes, tanto patrios como extranjeros, que han venido a reconocer este inconveniente del carácter español, para nuestra prosperidad como nación.
A los españoles nos pierde el rencor y la envidia, fundamentalmente. Somos muy apasionados, con tendencia a pensar más con el corazón que con la cabeza, por eso nos dejamos llevar por los bajos instintos a menudo. Vemos un pañuelo rojo, o vemos sangre, y nos arrancamos como toros a embestir, llevados por nuestra naturaleza bravía y poco dada a la sensatez.
A los españoles no cuesta una barbaridad olvidar las afrentas, incluso en el caso de que fuera beneficioso para nosotros mismos y para todos, pasar página y hacer borrón y cuenta nueva. El perdón se vende caro aquí. La gente tiende a arrejuntarse en bandos, donde militan la inquina y el desprecio por el que es diferente, o por los que la hicieron en el pasado. Nos cegamos con frecuencia, por ese mismo espíritu rencoroso, al que va con buenas intenciones, con deseos de reparación y de hacer las cosas bien.
No somos capaces de comprender, que la responsabilidad por los crímenes de los antepasados, no tienen por qué heredarse ni reditarse en las generaciones sucesoras. Y se la guardamos a uno y otro, a pesar del paso del tiempo, y a pesar del cambio de las circunstancias. Esto nos mantiene en guerra continua, y facilita los enfrentamientos civiles, que podrían llegar en cualquier momento a las armas.
Por otro lado, somos muy dados a la mediocridad, porque no soportamos que nos superen, y una de las tareas que nos ponemos en la vida, es la de ir a derribar al que va subiendo, porque nos gusta mirarnos al mismo ras de la cara. Aquí, dárselas de listo, o demostrar tu valía, puede ser extremadamente peligroso, porque alguien se va a confabular contra ti. Es frecuente el resentimiento social, y poner «verde» al que destaca. Siempre encontramos alguna excusa para dilapidar al otro, porque no le perdonamos que pueda ser mejor que nosotros.
España suele ser más un país dividido, que un país multiplicado, siendo tal condición, la principal responsable de la falta de prosperidad, en una nación con un extraordinario capital humano, además de muy buenos recursos productivos. Es decir, que no sabemos sacarnos los españoles el inmenso valor potencial con el que contamos, porque estamos empeñados en buscar al enemigo dentro de nuestra sociedad y de nuestro país.
FRAN AUDIJE
Madrid, España, 12 de febrero del 2023
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