España es el lugar de la dramaturgia por excelencia, un país donde nada es lo que parece. De tal manera, es posible asegurar que estamos engañando al mundo.
Cuando en la década de 1970, se dio el crucial paso de la dictadura franquista, hacia la democracia actual, previa transición de tres años, no se crea nadie que hubo un movimiento demócrata fuerte que logró impulsar una añoranza popular de libertad, para nada. Lo que hubo fue una amenaza seria, por parte de Europa, y de los Estados Unidos de América, de dejar a España en el aislamiento y en el ostracismo, si no se daba el cambio democrático. Pero, pasados unos pocos añitos de mansedumbre, se las arreglaron nuestros políticos, para ir cambiando las cosas, hacia el ordeno y mando de nuevo, en una regresión solo posible merced al disfraz institucional que nos presenta como democracia, pero nada que ver, esto es una mera comedia.
Los sucesivos gobiernos, desde la era Felipe González, hasta ahora, lo que han hecho es profundizar en la comedia, a medida que profundizaban en la corrupción, de manera que, al tiempo que robaban a manos llenas, y violaban derechos fundamentales, lanzaban mensajes halagüeños al mundo, de un país muy bello, habitado por gentes guapas y felices, cantando y bailando jotas, y comiendo toda clase de viandas suculentas.
La realidad es que España ha conseguido la medalla al paro laboral más alto de Occidente, la medalla a la deuda más abultada de Europa, un record de negocios que se cierran a cal y canto, otro record al liderazgo en prostitución, ninguna Universidad española entre las 100 mejores del mundo, un reconocimiento a los políticos españoles por su habilidad para hacer toda clase de «trastadas» ilegales, sin que ocurra absolutamente nada, ni nadie se inmute…
España, a día de hoy, es el país del pan para hoy, y del hambre para mañana. Donde se apuntala la pobreza a base de limosnitas gubernativas, y donde, ante el palpable hundimiento de la economía y del empobrecimiento general, se abren las puertas de la administración pública a todo quisqui, como si fuéramos un barco que naufraga, y se echan salvavidas a los pobres pasajeros, a punto de ahogarse con el agua al cuello, en un mar encrespado y bravío. He dicho, como si fuéramos un barco que naufraga, pero en realidad, es que somos un barco que naufraga.
El insólito Gobierno actual, del intrépido Pedro Sánchez, y sus aliados, verdaderos detractores de la patria española, con incentivo de la mediocridad, y tendencias totalitarias que luchan por consumar, miente constantemente y con gran habilidad, única baza que saben explotar, ante su torpeza manifiesta para enderezar la situación. Pero los bolsillos de los españoles están exhaustos, y se van quedando vacíos. Para colmo, los que hacen algo positivo por este país, ya sea creando riqueza y puestos de trabajo, o utilizando la cabeza para razonar el desastre al que nos han abocado nuestros dirigentes políticos, son atacados y censurados, como si fueran los enemigos de este país y de sus gentes. El mundo al revés, y la comedia española en función.
FRAN AUDIJE
Madrid,España, 28 de febrero del 2023
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