Creo que estamos todos de acuerdo en que España es un país muy bello, geográficamente, con un clima privilegiado, en el contexto europeo. España es un lugar con una cultura gastronómica muy rica, donde se come y se bebe de lujo. Un país con una filosofía de la vida, en términos generales, bastante hedonista, en el sentido de la abundancia de fiestas, y de que los españoles, por la propia influencia de nuestro clima, orientamos los esfuerzos para el disfrute de la vida, en la fórmula que se viene conociendo como: «Trabajar para vivir, y no vivir para trabajar».
Pero este país tan aparentemente alegre y placentero, tiene un inconveniente en su idiosincrasia: la mentalidad un tanto anárquica, por un lado, y, por otro, la capacidad tan elevada de intervencionismo en la vida ajena. Dicho esto en términos generales, como algo que abunda y que es frecuente.
Ambos factores, la anarquía, o tomarse la vida como un «yo hago lo que me parece, aunque perjudique a los demás», y el intervencionismo, como forma irrespetuosa de juicio y de manipulación en los otros, tienen un sustrato justificativo en lo pasional e insolidario de nuestra idiosincrasia, y en la configuración histórica de la sociedad española, entorno a la agrupación familiar, como influencia del persistente catolicismo religioso.
Es famoso aquello de que los españoles estamos más peleados con nosotros mismos, que con nuestros enemigos exteriores, cosa completamente cierta, y que resulta una manifestación de nuestro carácter anárquico e insolidario. Aquí nos da por ir cada uno a lo nuestro, y nos quitamos del medio al competidor o al opuesto, haciendo lo que haga falta, el caso es llevarme el gato al agua, y pasar de todo, con tal de quitarme al que me haga sombra. En este sentido, también se dice que el pecado capital de los españoles es la envidia.
En cuanto al intervencionismo en lo ajeno, como una manifestación del poco respeto hacia la libertad de los demás, factor del carácter español muy enraizado en la institución familiar, insistir en ambos condicionantes mencionados, de lo juicioso y de lo manipulativo. La familia es una agrupación social, bastante típica y arraigada en España, que cuenta con factores muy positivos, pero su estructura organizativa de poder, de tipo piramidal, y con pirámides paralelas de poder, hace que se forje este carácter mencionado en el español medio. De aquí se derivan las formaciones mafiosas y caciquiles, tan frecuentes en la sociedad española, y que llegan a afectar a la política, y al estilo de gobierno en el poder del Estado.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,12 de marzo del 2023
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