El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), lleva ya demostrando desde sus primeros años en el poder, que se trata de un partido de la izquierda española, con una escasa vocación democrática, aun siendo uno de los partidos con mayor apoyo electoral.
En los tiempos del presidente Felipe González, el PSOE levantó la veda para que la política española se radicalizara en la corrupción. Durante aquellos años aciagos, surgió una multiplicidad de casos bastante graves de sustracción del dinero público, y también de violaciones infames de los derechos humanos. Desde aquellos años intensos de corrupción, la política española se transformó en una oportunidad para la pillería, y para agredir al ciudadano que no conviniera, sin otra justificación que el capricho más absurdo.
Otro tema común a los años de Gobierno del PSOE, ya fuera con un presidente u otro, es la política discriminatoria que ha ejercido el partido con aquellos que no comulgaban con sus políticas o postulados, dando la sensación de que en España se necesita el carnet del PSOE, como salvoconducto para acceder al éxito personal, o para remover cualquier obstáculo natural que pudiera presentársele a uno en la vida. Ser del PSOE, y mantener un perfil políticamente correcto, te abre las puertas de España; lo contrario, las posturas críticas, o, sencillamente, simpatizar con otras políticas o partidos, te bloquea completamente, y, lo digo por experiencia, te expulsa literalmente de la vida.
El efecto que consigue todo este maltrato de un partido, en gran parte moderado, dentro del contexto de la izquierda española, es que se fomente la mediocridad en la sociedad, ya que el ejemplo que se está dando de persecución al discrepante, o al que se desmarca de lo normal o habitual, constituye todo un aviso de que en España no hay libertad para construir fuera de las consignas oficiales, porque se tienden a ahogar las iniciativas sin permiso del poder político. En este sentido, da la sensación cierta, y muy cierta, de que los derechos de ciudadanía van en consonancia con la agrupación política a la que pertenezcas, y a la fortuna que pueda darse en cada legislatura, según el criterio de la política que marquen los personajes de turno.
El Poder Judicial en España, tras algunas reformas constitucionales, es prácticamente obediente al poder político, que pacta entre las diversas fuerzas, los miembros de su órgano de gobierno judicial, con lo cual la seguridad jurídica se pone en un entredicho de enorme riesgo, puesto que, en la práctica, lo que tenemos es un sistema judicial condicionado por los criterios políticos, y que ha dejado de ser ciego ante los casos que se dirimen en su seno, como sería lo deseable en la Justicia, que debería solo atenerse a la ley vigente, y a los procesos estrictamente de cariz judicial.
No es ninguna broma lo que estoy diciendo, y las consecuencias prácticas las estamos empezando a notar ya de manera dura y fehaciente. Numerosas inversiones extranjeras se malogran, y se están fugando capitales importantes, debido a que los estudios económicos de las empresas, empiezan a desaconsejar establecerse en España. Llevamos décadas con este problema, pero las alarmas han saltado, con la reciente fuga de la importante empresa de construcción y ingeniería, Ferrovial. Por otro lado, las estadísticas, hablan de miles de empresas y establecimientos comerciales, que ponen fin a su actividad en los últimos meses, fruto de la pésima gestión de la crisis global que vivimos, y de las políticas discriminatorias que hemos venido a condenar aquí, en una sinrazón y en un despropósito surrealistas, teniendo en cuenta que España es un Estado social democrático de Derecho, dentro de la afamada Unión Europea.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,16 de marzo del 2023
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