DEMOCRACIA A LA ESPAÑOLA

El título con el que adorno este escrito, es algo engañoso e inexacto, y solo obedece a una forma artística de expresión, bajo el intento de atraer la atención de los lectores. Por ello he de ser más preciso a la hora de explicarlo y matizarlo:

Hablar de una democracia a la española, es hablar de una comedia política, en la que se representa a la democracia teatralmente, ya que a la hora de la verdad, es decir, en el día a día de la política y de la vida práctica de los ciudadanos, se constata con facilidad que en España ni hay democracia ni hay nada que se le parezca.

La democracia y el Estado de Derecho, son dos realidades que deben marchar siempre unidas, porque no tiene sentido la una sin la otra. La democracia solo puede existir realmente, en el respeto de un ordenamiento jurídico, donde se ejerza la justicia, tanto social, como institucionalmente. Solo en una democracia real, se respeta la ley, y sus consecuencias punitivas, en las violaciones que se produzcan de las mismas, sin que existan privilegiados de ninguna clase, porque, lejos del Estado feudal y absoluto, vivimos, o deberíamos vivir, a estas alturas del siglo XXI, en una sociedad de ciudadanos libres, y sujetos al imperio de un Derecho, que ampare los derechos humanos, y la dignidad de las personas, desde su misma base jurídica.

En el anterior sentido, debemos admitir que España continúa necesitando una importante maduración a nivel político, y como pueblo, para lograr alcanzar los galones de la democracia y del Estado de Derecho, lejos del paripé y de la comedia que se está haciendo, para parecer algo que no existe en el carácter ni en el talante de los españoles, a nivel bastante genérico.

Pero, de la mencionada comedia teatral, sí se saca una ventaja: España ha sido admitida en el Imperio Occidental desarrollado, merced a su pertenencia a la Unión Europea y a la OTAN, así como tener acceso a su participación en foros y organizaciones internacionales, que defienden los derechos humanos. Todas estas ventajas internacionales, solo por admitir en la letra de la Constitución política, que España es un Estado social y democrático de Derecho. Declaración que, en la práctica, deja bastante que desear, y que pone en entredicho la verdad verdadera de lo que España es en la realidad.

Los escándalos políticos de corrupción se suceden uno detrás de otra, sin que ocurra gran cosa. Se violan los derechos humanos, y todo permanece escondido, como si no pasara nada malo, y España fuera un lugar maravilloso. España es un lugar maravilloso, ciertamente, donde es necesario hacer reformas profundas que palíen la picaresca y la sinvergoncería natural, a la que este pueblo y esta nación tiene enorme propensión. De otra manera, continuaremos abonados al teatro del absurdo, que trata de disimular las costumbres de un país anárquico, que vive incómodo ante el orden marcado por el Derecho, y que posee una particular y ancestral manera de entender la vida, todavía anclada en muchos aspectos a la Edad Media.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,31 de marzo del 2023


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