VIVIR SIN DERECHOS

Vivir sin derechos, es, simplemente, no vivir.

Cuando habitas uno de los países de la, en teoría, avanzada Unión Europea, en la que se sitúan algunas de las más longevas democracias del planeta, y donde la defensa de los derechos humanos, parece uno de los «santo y seña» más importantes del mundo, de los que hace gala tan referencial Institución supranacional de Estados, pero se violan estos mismos derechos en la más terrible y sangrante impunidad, siendo el sujeto de tan execrable delito, el propio Estado donde te desenvuelves y has nacido, la verdad es que sientes una tremenda impotencia, muy difícil de describir, porque tus enemigos son prácticamente imbatibles, por mucho que luches, y logres paliar, en cierta manera, este abuso cobarde y alucinante, siendo tú un pequeño y pobre hombre, devorado por la vorágine de la corrupción y de la falta de valores, en los individuos, y en la sociedad.

Vivir sin derechos, equivale a expresar que te han robado la libertad, y que luchas por salvaguardar tu dignidad humana, pero de aquella manera, claro, porque nada puedes hacer ante la agresividad y violencia de los ataques continuos, ni contra la usurpación de lo que te pertenece, ni contra el bloqueo de tu realización como persona.

Vivir sin derechos, es vivir en una Cárcel, por mucho que te sea posible caminar por la calle, e ir a trabajar, y vivir en tu casa… ante lo cual me pregunto: ¿A dónde voy, qué hago, y cómo vivo?. Porque mis pasos no me pueden llevar a ninguna parte, mis actividades y mi dinero no me satisfacen ni tienen sentido, y encerrado entre cuatro paredes, por muy amigables que sean, se convierte en un signo de frustración y de ostracismo.

Vivir sin derechos, en un país donde la gente que te rodea, resulta portar, en una gran mayoría, el carnet del cristianismo, y, en otra gran mayoría, el carnet que los habilita para levantar el puño que vocifera por la justicia social, y la dignidad del hombre, te provoca una intensa meditación sobre la traición a los propios ideales, y sobre la manipulación social que se está produciendo en tales personas que te están rodeando, y que son instrumentalizadas como medio para hacerte daño, y continuar violando lo más elemental de cualquier persona: el derecho a poder respirar en libertad, sin que te pongan una navaja al cuello, para que acompases el ritmo de tus latidos, al capricho impuesto por el crimen organizado, copando el liderazgo del poder en una nación, y en una organización supranacional de Estados, donde pasa de todo, pero nunca pasa absolutamente nada.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,11 de abril del 2023


Descubre más desde REVISTA UNIDAD PARLAMENTARIA

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario