EL DISCURSO DE LA VENGANZA Y EL RENCOR

Alguna vez, en mis escritos, he catalogado a España como el país del «simperdón», y con sobradas razones de considerable peso, porque existe una facción social bastante definida, que utiliza el discurso rencoroso de la venganza, de manera continua y constante, a pesar del consenso logrado durante la transición a la democracia, que podríamos dado por hecho, no solo entre 1975 y 1978, sino más allá aún, quizás hasta 1982, cuando el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), consigue llegar al poder de la mano del presidente Felipe González.

La llegada de la izquierda política al poder, supuso la creencia de que nuestra democracia se había asentado, y de que había madurado considerablemente. Sin embargo, fue el propio PSOE, ya instalado en el poder, quien comenzó a romper el consenso de la transición, comandada por Adolfo Suarez, de establecer una reconciliación entre todos los españoles, precisamente para favorecer que cuajara la democracia en España, y cupiera un desarrollo de la misma a largo plazo.

De nuevo, el viejo mal de España y de los españoles, fue incapaz de permanecer a raya, en su cubículo de la Caja de Pandora, y este hecho irresponsable, a mi juicio, por parte de la izquierda moderada del PSOE, ha supuesto que nuestra democracia se empequeñezca, al mismo tiempo que recrecían el rencor y las rencillas histórico-sociales de los españoles.

Estamos ante un ejemplo inmejorable, de manipulación social, y de instrumentalización de los adeptos y afines incondicionales al partido, con pretensiones, según parece, de aprovechar bazas de agitación social, de cara a sumar votos electorales, que faciliten la permanencia en el poder de estos interesados políticos, en una actitud completamente desleal hacia España, como patria en la que todos los españoles deberíamos estar de acuerdo en la unión, de modo que, no solo la democracia, sino el ente nacional como tal, pueda salir adelante y prospere desde todos los puntos de vista posibles.

Es obvio que el enfrentamiento, y las rencillas entre bloques socio-políticos, favorecen la realidad de una España efímera y pobre. La desunión no construye a la nación, y supone que estamos colocando cargas explosivas en los cimientos que nos mantienen integrados en un solo Estado, por muy fuerte que nos parezca que es.

Por otro lado, el hecho de no tener capacidad de diálogo y entendimiento, porque nos supera la pasión de los rencores, y los consiguientes deseos de vengar hechos pasados, por muy traumáticos que hayan podido ser, continúa lastrando nuestro progreso económico, tecnológico, ético, cívico, y, por supuesto, social. Y así, España, sigue perdiendo competitividad, y continúa en el pelotón de los países atascados en el desarrollo, dentro del grupo de naciones que lideran el mundo, y que se ven obligados a mantener a países como el nuestro, incapaces de compromisos socio-políticos constructivos, y de reformas consensuadas, que consigan nuestro despegue fuera del panorama de la mediocridad nacional, en la que no paramos de hundirnos.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,26 de abril del 2023


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