Desde que la periodista Letizia Ortiz, contrajera nupcias con el entonces príncipe Felipe de Borbón, y, posteriormente, se convirtiera en reina consorte, cuando el rey Juan Carlos I, abdicó la corona de España en su marido, que era el primer heredero al trono, se desató una furia encarnizada contra ella, por parte de un sector monárquico muy determinado, que no podía soportar, que el príncipe Felipe eligiera libremente y por amor, casarse con una mujer que no fuera de la nobleza, ni perteneciera a Casa Real alguna.
Letizia Ortiz, la reina Letizia, pertenece a una familia española de clase media, una mujer del pueblo, podríamos decir. O, como la califican sus enemigos encarnizados: «Una plebeya». Cuando la conoció el príncipe, ahora rey, era una periodista de éxito, que trabajaba en los servicios informativos de Televisión Española, y presentaba sus Telediarios más importantes. Su brillante carrera, la abandonó para casarse con el heredero al trono de España, asumiendo que esta decisión, suponía un cambio radical de vida, en la que tendría que aprender el oficio de reina, para ponerse a servir a España, desde la gran responsabilidad, repleta de dificultades, que supone hacerlo desde la Institución monárquica.
Estos enemigos gratuitos que le han salido, solo porque no responde a una clase social de su gusto, son uno de los múltiples sinsabores que tiene que afrontar, no solo la reina Letizia, sino toda la Casa Real. Pero, a pesar de todo, tenemos que estar agradecidos, a la buena fe y responsabilidad, que demuestra nuestra reina, cada día, en cada acto, y en cada discurso. No estoy diciendo que la reina Letizia sea perfecta, porque la perfección es imposible en este mundo, y el que no haya metido la pata alguna vez, que tire la primera piedra. Pero veo que la reina de España, Letizia, se esfuerza y se supera cada día, por ejemplo, ignorando los ataques y persecuciones a que es sometida constantemente, y que colmarían pronto la paciencia de cualquiera.
Estos días, me encuentro leyendo un libro, sobre la amistad entre el filósofo británico, David Hume, figura más destacada del Empirismo, y el también pensador británico, y primer economista moderno, Adam Smith: «El infiel y el profesor». Ambos vivieron durante el siglo XVIII, conocido por «El siglo de la Ilustración», porque fue una época muy prolífica para la Filosofía y para la Ciencia. En este siglo, por primera vez, se puso en duda el poder moral de la Iglesia en Europa. Los británicos, eran bastante conservadores, en este aspecto, pero también allí surgieron figuras discordantes con la tradicional moral cristiana, aunque fueran figuras aisladas, como la del empirista Hume. Sin embargo, Hume tenía amigos, y no todos pensaban como él, cual es el caso de Smith, que, sin embargo, se convirtió en su amigo más íntimo. Hume escribía mucho, y lo publicaba todo. Tenía un editor personal, que editaba a muchos otros escritores. A Hume se le cerraron algunas puertas, por sus ideas revolucionarias para entonces, pero nunca se le impidió vivir con desahogo, y disfrutar de fama entre los pensadores. Llegó a ser secretario del Embajador británico, en París.
Estas dos historias, que os cuento hoy, la de la reina Letizia, y la del filósofo Hume, me llevan a pensar que, en España, somos especialistas en tirar piedras contra nuestro propio tejado. Al atacar a nuestra propia reina, y no mirar con discreción los posibles lapsus que pueda tener, como los tiene cualquiera, estamos perjudicando a una Institución, que trabaja por la unidad de España, y que hace todo lo que puede, dentro de las limitaciones Constitucionales. Además, me hace gracia, porque son los propios monárquicos y conservadores, los que atacan a la reina Letizia, por razones tan superficiales, para mi gusto, contribuyendo de tal manera, a derruir a la monarquía, que ya cuenta con suficientes enemigos, como para conseguir su derribo.
Lo de Hume, es el otro extremo, de lo que sucede en España con los intelectuales. Aquí, tradicionalmente, se ha censurado al que da la nota discordante. Y no solo que se le haya censurado, sino que se le ha tratado mal, muy mal. Me vienen recuerdos a la memoria, como los de los poetas, Lorca o Hernández, ambos asesinados por sus ideas; o como el de José María Blanco White, que se tuvo que exiliar, precisamente a Inglaterra, porque era perseguido por sus ideas.
Me parece que fue el Canciller alemán, Bismark, el que dijo que España es la nación más fuerte de todo el mundo, porque, a pesar de que los propios españoles se empeñan en acabar con ella, no lo han conseguido.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,15 de mayo del 2023
Descubre más desde REVISTA UNIDAD PARLAMENTARIA
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
