Hablar de una justicia adaptada, es decir, de una justicia según los intereses de determinado grupo político, es hablar de que no existe justicia realmente, sino todo lo contrario, lo que existe es la injusticia, el desempeño de unos criterios particulares de trato a los demás, teñidos de odio y de rencor, cuyo efecto en la práctica es el de la marginación y discriminación, de los que se consideran rivales político-sociales, o, directamente, enemigos.
La cuestión que se plantea cuando desplegamos criterios discriminatorios hacia otros ciudadanos, es la de qué España estamos construyendo: ¿Estamos construyendo una España enfrentada, sin paz y sin perdón?. Pues, la verdad es que sí, pero con una salvedad: que cuando ponemos a unos en contra de otros, dentro de un mismo panorama social, o dentro de una misma nación, lo que hacemos es destruir, en vez de construir. La unión hace la fuerza, y en la unión se crece y se desarrollan proyectos beneficiosos para todos. Cuando estamos enfrentados, en una especie de guerra fría, los proyectos que se van a desarrollar, necesariamente, serán tendentes a la descomposición de aquella sociedad o de aquel Estado.
España debería realizar una ardua labor, en cualquier caso, por superar complejos del pasado, complejos anacrónicos y desfasados, sin sentido en una España que pretende ser democrática, y que está adherida a la Unión Europea. La España que todavía piensa en la injusticia social, que motivó la Guerra Civil, ya no tiene ese respaldo para provocar otro conflicto, porque en España, afortunadamente, todo el mundo tiene acceso a la educación y a la sanidad, y a una educación y a una sanidad, de bastante buena calidad. Vivimos en una España, donde todo lo que guarda un interés general, está subvencionado, precisamente para que todos los ciudadanos puedan tener acceso libre a ello, y deje de producirse la marginación que provoca la injusticia social.
Poner en juego criterios de justicia, en los que el de turno en el poder, beneficia a los que son de su cuerda y le apoyan, pero ladea a todo aquel que no le entra por buen ojo, volvemos a insistir en que no es justicia, sino una clamorosa injusticia, en la que se adapta el criterio para conceder beneficios Estatales, a intereses políticos, que suelen estar justificados por el rencor y la envidia.
Un rencor y una envidia, que provocan fracturas sociales, y que no interesan en la España «de todos» que es viable. España, o se perdona y se reconcilia, o no irá mucho más allá como nación, porque acabará matándose a sí misma.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,14 de junio del 2023
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.
Descubre más desde REVISTA UNIDAD PARLAMENTARIA
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
