Hay gente que cree que un cambio de Gobierno, es algo así como el cataclismo que barrió a los dinosaurios de la tierra, o como el fin de la civilización romana a manos de los pueblos bárbaros. En una democracia, los cambios de Gobierno, tras la decisión electoral de la ciudadanía, es, no solo algo natural y propio del carácter democrático del Estado de Derecho, sino que constituye un ejercicio la mar de sano.
Los Gobiernos y los gobernantes, cuando se perpetúan en el poder, más allá de un horizonte aconsejable, acaban anegando de corrupción a las instituciones, y pierden efectividad gestora. En este sentido, podríamos hablar de periodos de caducidad de los Gobiernos en las democracias, que es algo constatable por la experiencia. Llega un momento que se hace aconsejable la alternancia y el cambio político en el poder, por el bien de la nación. La renovación política debe ser cíclica, y los ciclos de renovación, suelen estar en función del cumplimiento de los proyectos que se abordan en las legislaturas.
Apalancarse en el poder democrático, merced a la desidia electoral del pueblo, que se conforma una y otra vez con lo mismo, por temor a las alternativas, o por padecer un adoctrinamiento generalizado, es mucho más peligroso que propiciar el cambio y la renovación, porque estaríamos alargando en el poder a cadáveres políticos, o a viejos y decrépitos proyectos, que se están demostrando inoperativos, todo lo cual incidiría sobre la prosperidad y el progreso de las naciones democráticas.
La natural y sanísima renovación gubernamental en las democracias, duraría a lo sumo 4 años, en el caso de España, tiempo de prueba ideal para comprobar si un Gobierno conviene o no, sin llegar a padecer trastornos de importancia, por muy malo que sea el Gobierno cuyo proyecto se esté probando.
Esto es lo que debe dilucidar el elector, ante los comicios que se avecinan en España: si estamos ante la necesidad de un cambio de ciclo, tras dos legislaturas con un Gobierno de coalición de izquierdas, cuyo proyecto político debemos juzgar si ha sido lo suficientemente positivo como para continuar con el mismo, o de si merece la pena continuar desarrollando dicho proyecto, que es lo que va a ocurrir de ser refrendado este Gobierno en las urnas.
La alternativa a lo de ahora, no es tanto la derecha política, como un candidato a presidente, Alberto Núñez Feijóo, con una larga experiencia en la gestión política al frente de instituciones administrativas, que nos hablan de una persona competente en su trabajo, el cual estaría rodeado de un equipo de enorme solvencia y capacidad, tan indicado para los delicados momentos de crisis por los que atravesamos, en los que la Unión Europea ya nos está poniendo condicionantes, y dando directrices de gobierno, debido a la desmesurada deuda que hemos contraído, y a los datos de crecimiento de la economía española, francamente desalentadores.
España no está necesitando ideólogos o vendedores de promesas maravillosas. Vamos a quitarnos la venda de los ojos cuanto antes. Resulta imperiosa, la toma de riendas por parte de personas cualificadas y con experiencia, que gestionen y hagan, mucho más que dedicarse a los discursos y a las charlas, muy bonitas en un momento dado, pero que no son operativas ante la crisis, y ante la necesidad tan necesaria de salir del atolladero donde nadie puede negar que España se encuentra, haciendo aguas por todos lados.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,19 de julio del 2023
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