Don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, «Su Sanchidad», o «Su Majestad», como lo han calificado acertadamente sus víctimas, vuelve, o amenaza con volver, pese a haber sido derrotado en las recientes Elecciones Generales en España, del 23 de julio de 2023.
En realidad, como decimos, las elecciones fueron un triunfo del partido hegemónico de la derecha política moderada en España, el Partido Popular (PP). Sin embargo, debido a la posibilidad de hacer pactos con otras fuerzas políticas minoritarias, Don Pedro, muy al pesar de millones de españoles, podría volver a alzarse con el poder presidencial del Gobierno de España, ya que la victoria de la alternativa a Don Pedro, no consiguió la mayoría absoluta, y parece que tampoco llegaría a alcanzar la presidencia del Gobierno, mediante los pactos que le sería posible realizar entre fuerzas afines.
Mi intención, no obstante, queda lejos de glosar los tan manidos análisis que se han hecho sobre este suceso Electoral, de tan triste infortunio para España, porque el personaje de Don Pedro, resulta especialmente nauseabundo, y los que le quieren apoyar para que reedite su Gobierno de talante absolutista, y anacrónicamente totalitario y tiránico, son los mayores enemigos que haya podido tener España en la Historia, y a pesar de portar todos estos el Pasaporte de tan insigne nación europea, y perteneciente a la, en teoría, avanzada asociación supranacional de Estados, de la Unión Europea.
Debo decir que, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, el inefable Presidente que nos las hemos visto y deseado para aguantar durante dos legislaturas seguidas, es un tipo al que le faltan varios hervores para madurar como persona, no así como político canalla y traidor, campo en el que ha alcanzado la excelencia. Solo cabe remitirse a la prueba de que, habiendo perdido unas Elecciones, aspira a llegar otra vez a formar Gobierno, habiendo dejado a España en los últimos lugares estadísticos relativos al progreso, y a la nobleza democrática que, no hace mucho, allá por 1978, consiguió España liderar ejemplarmente, pero con otros líderes muy distintos, claro está.
Don Pedro es un mago de la estupidez política, sin duda. Un señor que llegó humillando a sus contrincantes, y que repartió tortas a diestro y siniestro, marginando al que le cuestionaba, y persiguiendo al que era honrado, trabajador, solidario; arguyendo surrealistas argumentos relativos a su descendencia consanguínea, que no son otra cosa que excusas para desplegar la tiranía y la crueldad, en este personaje siniestro, que ha resultado ser una condena para la decencia y para la hegemonía de la verdad.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,24 de julio del 2023
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