Por: Atilio Alberto Peralta Merino

Ciudad de Puebla, 28 de julio del 2023

El reciente enfrentamiento de armas en La Huacana, tras el atentado que semanas atrás cobrara la vida de Hipólito Mora, me permite desempolvar una nota escrita hace diez años, cuando cobraba vida el fenómeno de las autodefensas, encontrando un lamentable antecedente del mismo en la actuación de Rogaciano Alba, en los años 90:

Rubén Merino, mi abuelo, fue comisionado por el entonces Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización para emprender el reparto agrario en la “ardentísima cuenca del Balsas”, como dice don Ezequiel A. Chávez en su biografía del Padre Morelos.

 Dado la situación imperante  en esos momentos por motivo del “conflicto religioso”,  la Secretaría de Guerra  y Marina, a cargo del general Joaquín Amaro, giró instrucciones al jefe de la plaza militar en  Morelia,  a efecto de que  éste pusiera a su disposición una escolta que le brindara protección en el desempeño de la misión encomendada.

 El general  Amaro, por lo demás,  aun siendo oriundo de Zacatecas había desarrollado la más importante fase de su vida militar, precisamente, en la “tierra caliente” de Michoacán,  en donde surgiría la leyenda de su fiereza, debidamente dramatizada en la pieza teatral: “La Mujer Hizo al Hombre” de Alejandro Galindo,   llevada a la pantalla cinematográfica con la actuación estelar de Erick del Castillo y Patricia Aspillaga.

El Jefe de la Zona Militar en Morelia, al recibir la referido instrucción le comentó a mi abuelo: “mire Ingeniero, en caso de que pusiera a su disposición una escolta, ésta  lo asesinaría y desertaría en la plaza, lo que podemos hacer,  si así lo tiene usted a bien,  es que lo dote de las  armas,  elija  y  que  se aboque en la plaza  a la conformación de  una guardia agrarista”.

 El referido jefe de zona en Morelia era nada más y nada menos que el general Adrián Castrejón, quien, durante la Segunda Guerra Mundial, conformaría la sección segunda (servicios de inteligencia) de la Secretaría de la Defensa Nacional, caracterizándose por lo demás como  un  agudo y  sagaz cazados de espías nazis en México.

 En los días que corren, algunos habitantes de los municipios aledaños a Apatzingán, a saber   Buena Vista, La Ruana, y Tepalcatepec, invocan su necesidad de organizarse por medio de las denominadas policías comunitarias; ello, al decir de éstos,   ante los embates tanto de los “Caballeros Templarios” como de los sicarios del denominado “Cártel de Jalisco  Nueva Generación” ;  en tanto que  el cabildo del Ayuntamiento de Morelia,  condecora al Ejército Mexicano con la presea “Generalísimo Morelos”, recibida a nombre de la institución castrense por el general-secretario Salvador Cienfuegos Zepeda.

 El general de División, Jaime Godínez Ruíz, comandante de la decimosegunda región militar que abarca el estado de Michoacán,  ha recibido, por su parte, instrucciones del propio  titular de la Secretaría de la Defensa Nacional de auxiliar en todo a las autoridades locales; no en balde, recientemente se ha designado al general en activo Alberto Reyes Vaca como responsable de la seguridad pública en el estado de  Michoacán .

 El comandante de la decimosegunda región militar, cuenta por lo demás con el apoyo del general de Brigada, Miguel Ángel Patiño Canchola,  comandante de la 43 zona militar con cuartel en Apatzingán y jurisdicción en la  “Tierra Caliente” ,  y  quien,  por lo demás,  habría recibido instrucción nada más y nada menos que en “Fort Benning” en Atlanta Georgia, o sea , en la legendaria y temible  “Escuela de las Américas”.

 La lectura de  “Gruñidos Imperiales” se hace indispensable ante el suceder de los acontecimientos en la “Tierra Caliente”, la acucioso y completa  crónica de Robert Kaplan sobre la actuación del Ejército de los Estados Unidos en el mundo, así como de la  de  sus asesores militares en auxilio de  diversa fuerzas nacionales,  y que comienza, precisamente, con la crónica de las actividades de los asesores norteamericanos en Colombia en el contexto de la lucha antinarcóticos.

 La ilusión del progreso de las sociedades parece esfumarse ante el sentido trágico de la vida, imperante siempre en las fases más oscuras de la conciencio humana, “los mismos climas propician siempre el nacimiento de las mismas plantas” habría dicho en alguna ocasión don Martín Luis Guzmán, y en los días que corren,  nadie puede sentirse  seguro en la “Tierra Caliente”,  incluso contando con protección oficial, misma que, como le dijera a mi abuelo el general  Castrejón hace más de 80 años, lo más probable es que termine  : “asesinándole y desertando  en la plaza”.

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