POLÍTICOS QUE SONRÍEN SATISFACTORIAMENTE

Tras las últimas elecciones generales, se ve a los triunfadores con muecas de satisfacción continuamente, sonrisas de oreja a oreja, y celebraciones eufóricas, más allá de lo que sería responsable y de sentido común, dada la situación del país que, estos mismos triunfadores, a pesar de haber triunfado, han dejado hecha unos zorros, y repleta de zorros y de zorras por todas partes.

Doy la vuelta a la esquina, y me cruzo con una pareja, de un hombre y una mujer, ambos de mediana edad, que me miran como si no hubieran visto nunca a nadie. Cuando me rebasan, volteo la cabeza, y observo que, algo más adelante, esta extraña pareja ha sido abordada por un señor, de unos 60 años. Hablan los tres durante un rato. El señor de 60 años, se saca un fardo de billetes del bolsillo, y le da unos cuantos billetes grandes al otro hombre. Acto seguido, el acompañante de la mujer se va, tras haber recibido los billetazos, y el viejo y la dama, parten en otra dirección. Este tipo de transacciones callejeras, en los que un hombre acaba por comprar la compañía de una mujer, a la que se lleva a un lugar escondido y oscurito, donde saciará sus necesidades más escatológicas y metafísicas, está a la orden del día, desde hace un puñadito de años.

Pero no me extraña que los políticos sigan sonriendo, mientras sus ciudadanas tienen que soportar agresiones sexuales de este tipo, también sonriendo, e incluso simulando orgasmos, que son jadeos y gemidos de asco, realmente. Ellos proclaman desde los púlpitos civiles, de la incivilización que están impulsando, que son feministas y contrarios a la violencia contra la mujer, y ellas nomás depositan sus votos en las urnas, que van a otorgar la licencia para que se las prostituya, y los hombres las contemplen como órganos sexuales ambulantes, auténticas piezas carnales del gozo, que se pueden disfrutar mediante la insinuación y la sugerencia, o, también, soltando cierta cantidad de dinero, como cuando en la carnicería adquieres un buen magro de ternera, para darte luego el gran festín en tu casa.

Ahora entiendo cuando Jesucristo llamaba «hipócritas», a los Fariseos. No es que fuera una cualidad definitoria de esta secta judía, en los tiempos del Señor del Evangelio, sino que se trata de una táctica política clásica, extremadamente efectiva, que te permite alzarte con el poder, y con el control de la situación. Solo tienes que asegurar con vehemencia, y con ciertas dotes interpretativas, lo que todos esperan de un líder de apolínea figura, e impecable corte de traje de caballero. Una cosa es lo que dicen, que arrastra a las masas y las domestica, y otra muy distinta es lo que hacen y llevan a cabo. De ahí también las sonrisas pícaras y cómplices de los llamados «prohombres», porque celebran el triunfo de su astucia embaucadora. Una estafa muy bien urdida, con la que solo les queda llamarnos a la cara «¡tontos!».

FRAN AUDIJE

Madrid,España,29 de julio del 2023

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.


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