Cuando yo era niño, guardaba una extraordinaria curiosidad, a cerca de todo lo relativo al universo y al espacio exterior. Confieso que soñaba con ser algún día astronauta, para poder salir del planeta Tierra, a contemplar los planetas y las estrellas, con mucha mayor cercanía y lucidez. Durante un periodo de tiempo muy amplio, yo desee con gran fervor llegar a ser un astronauta. Lo deseaba, y lo deseaba… pero en la realidad, no me preocupé nunca de adquirir algún tipo de formación, o de presentar mi candidatura a la NASA, de cara a optar para ser elegido como tripulante de los cohetes Apolo, o de los transformadores espaciales, como el Columbia.
En cambio, me dediqué con ahinco a estudiar unas oposiciones para Bedel o Conserje, mientras continuaba soñando con las estrellas, y con ser piloto del Columbia. Tras unos cuantos años, debo reconocer que aprobé las oposiciones a Bedel, mientras miraba a las estrellas nocturnas, enamorado de ellas. Mi vocación frustrada ha sido siempre la de astronauta, y he vivido toda la vida de mi profesión de Bedel.
Pero no crean que guardo rencor por nadie, debido a ser yo un astronauta frustrado, y haberme quedado, sin embargo, en un humilde Bedel. Bien sé que siempre fui un soñador, pero que nunca hice nada de lo que debí haber hecho, para poder llegar a darme paseos en el espacio exterior, cerquita de las estrellas. He conseguido, en cambio, lo único para lo que sí me esforcé, estudiando y asistiendo a cursos: ser un Bedel, profesión con la que me gano la vida.
Otras personas he conocido, que no han llegado tampoco a astronauta, pero ni siquiera consiguieron una plaza de Bedel en la Administración. Son personas, como suele decirse, sin oficio ni beneficio, que viven de poner la mano, y a espensas de la caridad ajena, pues no solo dejaron de esforzarse por lograr algo, sino que dilapidaron su fortuna y ahorros, en juergas y en una vida disoluta.
La moraleja que encierra esta historia, es que logramos en esta vida, todo aquello en lo que ponemos los medios y el esfuerzo para que ocurra. Los sueños, por sí solos, no consiguen nada, si no van acompañados de obras positivas, en el sentido de materializar esas ilusiones. Sin embargo, en ocasiones, no solo es que no alcancemos esas metas soñadas, sino que realizamos acciones tendentes a quedar muy por debajo de lo que se espera de nosotros.
FRAN AUDIJE
Madrid,España, 15 de agosto del 2023
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.
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