JULIA

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INTRODUCCIÓN

Esta es una novela sobre una historia de amor tradicional donde dos adultos jóvenes se conocen y deciden llevar una relación de pareja. No es una historia con tramas complejas y encuentros y desencuentros; simplemente es la narración de la convivencia entre dos personas de sexos opuestos que deciden enamorarse y como se desarrolla su relación.

En estos tiempos donde el desamor y los desencuentros son cosa de todos los días, donde la pérdida de valores es pan de cada día y muchos jóvenes ya no saben ni lo que es tener una relación de cariño entre dos, Julia llega para refrescarnos como un balde con agua fría y darnos una sacudida sobre lo que una relación de amor es.

Hay que dejar en claro que el concepto de Dios manejado en la historia es de uno universal, donde no sólo es propio de una religión o creencia en particular.

En fin, éste es un ejercicio literario que hace un llamado al amor, al romance, a la intimidad y todo aquel que ha soñado con un amor pleno sin contemplar las barreras religiosas, ni la estrictez de la buena moral: Es simplemente dejarse llevar por las demandas del momento.

Espero que a ustedes, lectores de Unidad Parlamentaria, les agrade el texto y cualquier comentario sobre el mismo, por favor háganmelo llegar a amistad70@gmx.com o a mi Facebook Luis Mac Gregor, muchas gracias.

JULIA

Por Luis Mac Gregor Arroyo

Dedicada al Dios que todos hemos querido siempre.

UNA CERVECITA

Tenía una ilusión. Una historia de una pasión descontrolada, que posiblemente hubiera podido terminar en algo excelso… Pero ahora no lo sé.

Camino como perdido por los barrios, por las calles de la ciudad… Ahora no quiero un bar… Es de día como entre las 10:00 y las 11:00 de la mañana, pero no hace mucho Sol y hay nubes. ¿O es de tarde, como por las 16:30 ó 17:00 horas? Hay suficiente luz y está sin llegar a hacer frío, con alguna que otra nube, pero no del todo nublado. Se llega a ver bien la luz del Sol.

<<Bueno ¿Qué hago?>>, pensé. Llegué a la colonia Roma. <<No quería tanto pero ya estoy aquí… Pues voy a buscar… ¿Qué? No lo sé… ¿Amor? Bueno, ese se va dando. Tal vez quiera subirme al mercado de alimentos exóticos e ir al tercer piso a tomarme una cerveza en la terraza. Eso voy a hacer, ¡qué más da!>>.

Subo. Tomo una cerveza que me sirve una mesera no muy atenta. Me siento ajeno a ese lugar. De por sí está casi vacío. Excepto por otras tres personas que toman lo mismo: Otro hombre solo y unos amigos conversando. <<No, pues aquí como que no me hallo bien. Está cotorro subir y tomarse su cervecita; pero debo hacer algo más. Aquí no es donde>>. Me acabo la cerveza, pago y dejo una propina a medias por el servicio a medias ofrecido.

Ahora qué, ¡esa era la oportunidad para hacer algo! Sólo debía esperar y ver cómo se ponía el ambiente. Tal vez debí quedarme tres horas, analizarlo y ver si era propicio volver algunas veces para conseguir una aventura o algo más.

Afuera de ahí sólo me quedaba seguir. <<Sí, debe ser de mañana>>. No había casi gente en el mercado de comida. Casi todos los puestos estaban cerrados.

<<No tengo ganas de seguir>>, me agüité: <<Mejor voy a hacer algún pendiente. Esto se siente demasiado desolado y me evito ideas raras. Voy a cambiarme de clínica del Servicio de Salud. Sí, eso es mejor. Es una friega pero al menos hago algo>>.

NOVIA

Me fui en camión rumbo a la Puerta de los Muertos. Ahí en la carretera. A las afueras de la ciudad. El tiempo transcurría en ver los automóviles y los transportes de carga pasar a mi lado; en la dirección contraria. Solo, sentado junto a la ventana de un camión medio lleno, sujetando con mis brazos una mochila y presionándola sobre mi pecho, como casi siempre, cuando la llevo conmigo para realizar algún pendiente. Es de esas que se cuelgan por la espalda.

Iba como ánima desvalida. Perdido en las imágenes de la ventana. Pensando si sería bueno cerrar los ojos y dormitar para olvidarme de la mala pasada con la cerveza. Entrecerré los párpados e ignoré la realidad. Un poco entre sueños y volviendo al presente de vez en vez, volví a ver pasar los vehículos frente a la ventana… Pasaron 10, 15 minutos… Me di la vuelta en mi lugar para estar más cómodo y ahí estaba. Desvalida. Echada sobre el asiento. Desparramada. Como perdida después de la batalla. Tras haber fracasado en una lucha sin sentido. Caída, yaciente. Esperando a que el transcurso del viaje le pudiera hacer la vida llevadera. Si eso era posible. Parecía de 18 ó 20 años. Aunque por un detalle alrededor de los ojos se descubría que tenía alrededor de 27 años. No sé por qué le dirigí la palabra pero, creo… Me atreví demasiado con mi comentario —¿Algo asolada?

—¿Cómo…? ¡No!, no lo creo…

—¡Ah! —Tratando de ser amable —Perdón no quise importunar…

—No, está bien. Tal vez me venga a modo el comentario. No me veo bien, ¿verdad..? Pero sigo en pie.

Sonreí como comprendiendo.

—Pero tú no te ves bien —Me reviró.

Sólo pude responder con un —¡Uffff! —Sin poder ocultar mi situación. Además el golpe me llegó duro y directo.

—Hola, ¿cómo te llamas? Yo me llamo Julia.

Volviendo a la realidad, la saludé —¡Qué tal! Soy Hugo.

—Hola Hugo, ¿qué tal? Yo estudio yoga y soy técnica en sistemas.

Al parecer el platicar le cambió el semblante. Se veía como una persona un tanto triste y con la mirada perdida. Pero ya no era así. Cambió a una persona con gran amor propio y confiada en sus palabras ¿Le agradaba lo que veía? 

Al principio no la había visto bien. Conversé para no dejar. Estando solo, perdido y junto a una persona igual, sólo quise animarme un poco. Pero tal vez algo pudiera salir —. Yo me dedico a escribir en tres publicaciones.

—Mira ¡Qué bien! Eso ha de ser muy interesante ¿Qué te trae por aquí?

—Voy a cambiarme de centro médico. Voy a la clínica que está cerca de la Puerta de los Muertos.

—¡Qué bien! También yo voy a esa clínica. Doy clases en una escuela y tengo cobertura médica. Ahorita vengo de un curso especializado de yoga.

—¡Qué interesante! No he practicado mucho; pero a mí me agrada bastante el yoga…

—Sí, es un ejercicio bastante completo y relajante.

—Hay quienes dicen que son posiciones del amor, y otros que son para relajarse y acercarse a Dios.

—Realmente es lo segundo. Lo primero es una desviación. Hasta el momento no he visto ningún tipo de yoga del amor.

Nos quedamos callados unos segundos. Sin decidirme a continuar; ella, ya más entera, se paró —. Me bajo en la que sigue ¡Oye! ¿Ya conoces Aureola? Ahí vivo.

Como no dando crédito a mis oídos la vi titubeante, pero realmente abriéndoseme. A mí, a un desconocido. Supe lo que tenía que hacer pero ¿haría lo indicado? ¿No tenía que cambiarme de clínica? A volar, ahora o nunca —. No; pero me encantaría, ¿te acompaño para que me lo muestres?

—¡Va! —Sonrió.

No creía lo que me estaba pasando. Una mujer atractiva y yo haciendo clic de la nada, ¿podría ser cierto? Bajamos del autobús.

—Por acá —. Comenzó a caminar con dirección para entrar a su pueblo —. Es chiquito pero tiene su encanto. Llevo aquí viviendo 15 años con mi familia y se la pasa uno bien.

<<¿Familia?>>, pensé, <<¿Qué tendrá ella familia? ¿Por qué no pregunté eso antes? ¿Estaré haciendo una tontería?>>.

—Vivo en casa de mis padres pero aparte. Digamos que hay un departamentito anexo. ¿Quieres ir a la plaza?

—Bueno, no estaría mal ¿Hay café ahí?

—Sí, creo que hay un par, pero son de esos donde venden también quesadillas y gorditas.

—¡Pues vamos para allá! Igual y así podemos platicar un poco más a gusto.

—Bien, luego caminamos por todo el pueblo para que te lo muestre.

—Me parece bien.

Fuimos por el camino que iba de la carretera a la plaza central del pueblo. En medio del sitio estaba el típico kiosco. Enfrente la iglesia, y del lado derecho e izquierdo, había portales, en los de la diestra había varios lugares para comer. Como lo supuse uno sería al cual iríamos a platicar. Al llegar cada quien tomó su lugar. Julia pidió un café y un sope. Yo sólo un cafecito de olla.

Para entonces ya la había visto bien. Ella lucía así:  Complexión media; pero sin sobrepeso. Con figura atractiva y juguetona. Cabello rizado y pelirrojo: Llegándole abajito de los hombros. Sus facciones un poco redondas; pero sin exagerar. Piel blanca y fácilmente sonrojable con la risa y los bochornos. Ojos de color verde claro amarillento. Nariz recta de tamaño medio. Labios carnosos, sin muchos adornos. Y vestida con una blusa de manga larga blanca, con el dibujo de una ola pintada con gruesas pinceladas de azul y un blanco más claro que el algodón de la prenda. Sus pantalones eran de yoga: Elásticos con franjas negras horizontales.

—Y ¿bien? —Se dirigió a mí con mirada inquisidora y seria. Como preguntando si era un hombre en quien debía confiar —¿Por qué le hablas a desconocidas en el transporte?

No supe en dónde poner el rostro y la mirada. Me tomó totalmente por sorpresa. Mis intenciones eran nobles; pero su temeridad me puso en aprietos por unos instantes. Sin embargo, haciendo acopio de fuerzas y sensatez, respondí —A veces me gusta conocer personas nuevas.

—Pero, ¿te gusta dirigirte con mujeres? ¿Verdad? ¿Y luego seguirlas a dónde viven? ¿Qué pretendes?

Definitivamente me sacó de mi zona de confort. <<Pero qué diantres quiere esta mujer. Si ella fue quien propició que me viniera a su pueblo>> —. ¡Oye no! Nada. Sólo conocer. Estar bien. Además me pareció que no te molestaba el ser acompañada para ver tu pueblo.

—¿¡Y qué!? ¿Te gusto o algo así?

Fue cuando entendí. Me relajé un poco –pese a estar temeroso–, pues esto se pondría mal o realmente bien. Lo directo de esta mujer me intimidaba —. Pues sí. Estás guapa.

—¿Nada más?

—¡Bueno, también eres agradable!

—¿No se te antoja nada más conmigo? —Sonrió un poco e inclinó ligeramente su cuerpo hacia el mío. Poniendo su rostro más cerca. Yo no daba crédito —. Sino, para irme —. Lo dijo un tanto seria. Entonces intentó levantarse.

—¡Espera! —Le dije y la sujeté del brazo. Mirándola entre asombrado y sin saber si atreverme o no…

—…¡Te vas a quedar ahí o me vas a dar un beso!

Y le di un beso.

—¿No me vas a dar otro?

Antes de que volviera a rebelarse le di algunos más. Lo que podríamos calificar como un beso bastante largo. Con diferentes tipos de acercamientos e intenciones.

Al terminar el ósculo, se volvió a acomodar en su asiento. De inmediato llegó la señora con los cafés y el sope.

—Entonces ¿qué somos?

¡Vaya! Me tomó otra vez por sorpresa. Se me había pasado algo o ésta iba muy rápido —. No sé ¿Quiéres que andemos?

—¡Acepto!

Me alegré de que alguien fuera mi novia. Pero me preguntaba si todo esto no era demasiado repentino. Le gustaba tomar la iniciativa o deseaba ir a paso rápido. Eso me hacía preguntarme si estaba por acarrearme problemas. Si el noviazgo no acabaría, como muchos otros, en el tambo de la basura. Sin decir ni pensar más, ambos nos imbuimos en tomar nuestro café.

No sabía qué decirle a esta mujer o joven. Porque yo tenía 47 años y ella 27. Le llevaba 20 y la verdad cómo tenía ganas de que algo me funcionara, estaba espantado; pero si mi instinto no me engañaba, era una mujer prometedora. Tomé unos sorbos de café, y me atreví a preguntarle –con el temor de echar a perder todo —. Disculpa, pero ¿no te preocupa que esto se haya dado demasiado rápido? Digo, no me conoces mucho.

—Ya te conoceré y además, ¿no te gusto?

—Sí, sí me gustas.

—Entonces, dejemos que las cosas fluyan ¿Quieres probar el sope?

—No gracias —. Recuperando un poco la confianza —. Disculpa la pregunta —. Me acerqué para darle un beso en sus labios recién bañados con la grasa del sope —¿Eres así de impulsiva para todo?

—No. Pero se ve que tenías ganas de tener compañía ¿No es así? Y yo también. Entonces para qué alargar el momento.

—Bueno. Me parece bien. Aunque por un instante me espantaste.

—¡Ya está todo bien! No te preocupes.

—¿Qué más hay en tu pueblo?

Tras dar un suspiro, me explicó —Está la Iglesia, el Parque de el Recital donde hay un par de canchas de tenis y está la Casa de la Cultura Milton Gallo.

—Eso suena interesante. Me dio hambre. ¿Te molesta si pido un par de sopes para mí y luego vamos a conocer la Casa de la Cultura?

—Me parece encantador —. Depositó su sope de nopales sobre el plato y me brindó una sonrisa.


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