UN TELÉFONO ANTISUICIDIOS EN ESPAÑA

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Miro las estadísticas de suicidios en España, y compruebo que, desde el año 1975, hasta el año 2021, esta tasa ha ido en progresivo y paulatino aumento, con algún leve retroceso esporádico, que vuelve a repuntar definitivamente, hasta recorrer la triste cifra de 1366 muertes, en 1975, hasta la astronómica de 4003 muertes, en 2021.

Las asociaciones de ayuda al suicidio, venían pidiendo un teléfono de asistencia a las personas con ideas suicidas, y el Ministerio de Sanidad, finalmente, ha organizado durante la última legislatura, un gabinete telefónico, en el número 024, para atender a los ciudadanos que se encuentren en esta tesitura. La idea, y la factura de la misma, es excelente pues, dado el índice tan alto que supone el suicidio como muerte, y no solo en España, que se encuentra ligeramente por debajo de la media mundial.

Sin embargo, el hecho de la progresión suicida en las personas, que ha aumentado en más del doble, durante los últimos 46 años, y el hecho de que se tomen medidas llamativas, como es este teléfono público, confidencial, y gratuito para el usuario, nos hace cuestionarnos a cerca de lo que puede estar sucediendo para que haya personas que decidan tirar la toalla, y autolesionarse hasta morir, en una proporción tan llamativa.

Se habla del suicidio como un trastorno mental, de manera habitual, pero no se mencionan las causas externas a las personas, que pueden motivar este tipo de conducta radical. España, por ejemplo, es un país que tiene un alto índice de felicidad entre su población, en relación al resto del mundo. Se trata de un país donde se disfruta de una sobresaliente gastronomía, donde existen muchos días de sol, y un clima bastante benigno en todo el territorio nacional. España es un país alegre, donde cunden los días de fiesta, y donde se aprovecha la más mínima excusa para celebrar lo que sea. Por otro lado, el régimen democrático que tuvo inicio a partir del año 1975, estableció una protección social bastante importante, con ayudas y subvenciones en todos aquellos sectores que se consideran vitales para la ciudadanía. Existe, por ejemplo, una remuneración temporal a los desempleados, que suele alargarse según los casos; también existen subsidios para casos de incapacidad laboral, y pensiones públicas para los jubilados a partir de los 65 años, y, en ocasiones, antes de esa edad.

España es un país con protecciones sociales y sanitarias, que no practica un capitalismo duro, y ello, sin duda, contribuye a elevar el nivel de satisfacción de las personas, con respecto a la vida, en una zona geográfica bonita y benigna, con una cultura rica en folklore, y que sabe trabajar para vivir, más que vivir para trabajar. No debemos obviar, sin embargo, algunos motivos desequilibrantes importantes, como es la alta y extraordinaria tasa de paro laboral que existe, ante todo entre los jóvenes, y a partir de los 50 años de edad.

Otros factores llamativos, de cara a posibles desequilibrios, supone la rápida transformación moral y costumbrista, que ha sufrido España en cuanto al trato entre varones y mujeres, y en las relaciones afectivas, que ha ido a la velocidad del sonido, hablando alegóricamente, y por hacer una comparación verosímil, desde el inicio de la democracia. Esto supone que existe una amplia brecha generacional, solo de padres a hijos. Por otro lado, han surgido nuevas maneras de comportamiento juvenil, mucho más desinhibidas en lo sexual, y, consecuentemente, se ha producido una precocidad en la juventud, que no va acompañada de la posibilidad de independizarse, por el alto paro juvenil que existe.

Se ha producido una liberalización en cuanto al aborto, y en cuanto al divorcio, dos factores que inciden en el equilibrio personal y familiar, de manera seria. La cuestión de la familia, y de la unión familiar, se ve con distinto prisma en estos tiempos, cuando aún conservamos en la memoria lo que era el hogar de nuestros padres, completamente distinto al que se está formando hoy. Me pregunto si la violencia de género no tiene una de sus causas de mayor peso, en esta tensión de cambio que se vive, que no acaba de asumirse con naturalidad.

Tampoco podemos obviar las crisis económicas y sanitarias, de tanto calado, que nos han asolado durante este periodo que analizamos. Y la irrupción de agentes de enorme agresividad social, como el predominio de las drogas, y la corrupción política, todo lo cual lleva aparejadas consecuencias sociales, que es fácil impacten en las personas más vulnerables.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,17 de septiembre del 2023

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.


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