La negación de la realidad

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Héctor Tenorio

Buenavista Tomatlán, 4 de octubre del 2023

La última vez que vi a mi amigo Osvaldo Ruiz Ramírez, director general del Colegio Nacional de Educación Profesional (CONALEP),Michoacán, fue en la Ciudad de México el 27 de noviembre del 2022, cuando se realizó una marcha en favor del presidente Andrés Manuel López Obrador. Recuerdo que me preguntó sobre la situación en el municipio de Buenavista, respondí que la inseguridad era producto del desamparo en el que nos habían dejado desde hace muchas décadas, tanto el gobierno estatal como el federal, y esto no había cambiado. Tuve la impresión que la respuesta no le agradó y se alejó.

Actualmente, el Ejecutivo enfrenta cuestionamientos sobre el caso de Ayotzinapan, y desde Palacio Nacional inició una nueva narrativa donde exonera al alto mando castrense y acepta que pudieron haber participado algunos elementos del Ejército, como si éstos se mandaran solos. Dejó en claro que los hechos son producto de decisiones de autoridades locales y con la delincuencia.

Más allá de que el tema se convirtió en bandera de la Organización Estados Americanos y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y que los asesores de las familias de los estudiantes traigan sus propias agendas, los padres de los 43 estudiantes están en su derecho de saber la verdad sobre lo que les pasó a sus hijos, sin importar las consecuencias políticas.

Donde también la realidad desafortunadamente no empata con la narrativa es con el secretario de Turismo de Michoacán, Roberto Monroy García, quien declaró que el secuestro de la presidenta municipal de Cotija, Yolanda Sánchez Figueroa, acontecido el pasado 24 de septiembre, no ha opacado la promoción de ese municipio como Pueblo Mágico. Los turistas no creo que piensen lo mismo.

En concreto, los políticos, independientemente de fracción política a la que pertenezcan, se sienten incomodos con temas donde su oratoria no trae resultados concretos. En la mayoría de los casos carecen de afinidad con el sentir de las personas; hay un divorcio de ellos con el resto de la sociedad. Tienen una visión diferente en campaña que cuando son gobierno. En los procesos electorales viven en un mundo fantasioso, y la realidad no es como creen.

Lo que quieren oír es de candidaturas, puestos, de la unidad ficticia; en fin, de sus intereses.



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