Escucha el artículo.
Tiempo de lectura 4 minutos.
Estamos atravesando una época de decadencia cultural. Y entiéndase la cultura como algo global, que marca la forma de entender la vida en todos sus aspectos, y no solo en el arte. Pero esta decadencia no es algo fortuito ni improvisado, sino que obedece a un pacto político a escala mundial.
Están intentando reeducar a la sociedad progresivamente, de manera que vaya olvidando los principios tradicionales cívicos, éticos y religiosos, que han regido la convivencia de las personas hasta ahora, y quieren sustituirlos poco a poco por un orden en el que todo sea posible, en el que valga lo mismo una cosa que otra. Este orden es, en realidad, un completo desorden, un caos absoluto, en el que se pretende deshumanizar al hombre, acercándolo lo más posible a su lado animal, y alejándolo todo lo que puedan de su lado espiritual.
Es decir, construir la sociedad del «Sálvese quien pueda», que es el principio que rige en el mundo de las bestias. Y también el principio que caracterizaba la filosofía y la política del fascismo de primera mitad del siglo XX. Fascismo que dimos la vida por impedir que se propagara por el mundo, y que, ahora, los mismos que luchamos contra él, lo estamos volviendo a traer, pero de una manera muy astuta: anestesiando a la sociedad, para que lo acepte casi sin oposición, y hasta con complacencia.
Este es el neofascismo que nos están instalando, con la ayuda, incluso, de las propias instituciones que lo deberían combatir, porque lo tienen en su ideario como enemigo a batir.
En España, por ejemplo, nadie ha hecho una denuncia firme y consistente de la corrupción política, moral y ética, que la mayoría de los ciudadanos de a pie, somos capaces de reconocer que existe. Y lo sabemos por las encuestas y por los resultados electorales. Los políticos, los jueces, la prensa, la Iglesia… Todos están callados, y si hablan, lo hacen con la boca pequeña para que no haya repercusiones.
Los casos actuales más sonados de corrupción, todos del tipo «malversación de fondos económicos», como Caso Noos, Pujol, Bárcenas, Blesa, etc; quieren dar la impresión de que la corrupción es solo económica, y que los responsables son personas aisladas. Pero no es así. Existe una trama mucho más profunda y generalizada que mueve todo esto, y que no se limita a lo económico. También se violan Derechos Humanos, como ocurrió con el olvidado y gravísimo Caso GAL, que se han apresurado a tapar. Y como los que tuvieron la mala suerte de dar la cara a título individual, son amigos de los poderosos y saben mucho, no cumplen condena ni devuelven lo robado. Y el violador no es perseguido, ni se investiga sobre lo que ha hecho, precisamente porque lo que se busca es que se pueda seguir violando.
En España, que es el país en el que vivo, la libertad que existe es para el delincuente, la gente honrada lleva las de perder. Por eso será uno de los lugares donde este neofascismo, se instale antes, porque somos un terreno abonado para la anarquía y el caos, por nuestra propia idiosincrasia.
Hay que advertir, que esto va a tener sus consecuencias a medio y largo plazo, como ha venido ocurriendo en la historia, que es una maestra a la que no se quiere hacer caso, pero que nos lo advierte de manera clara, porque está escrita, a pesar de que la estupidez humana prefiera mirar para otro lado y continuar con la arremetida sin ningún cargo de conciencia. Sodoma y Gomorra fueron destruidas, el Imperio romano se derrumbó, el Feudalismo murió en la guillotina, la Alemania nazi cayó derrotada; y el Imperio de Occidente contemporáneo, está siguiendo los mismos pasos, porque se está imponiendo en él la corrupción política, ética y moral; aunque lo disfracen de modernidad y de libertad para que lo aceptemos con agrado o como un mal menor.
No es pesimismo. La historia tiende a repetirse, porque el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y ahora mismo estamos en ese proceso. Ahuyentamos el fascismo, pero ha vuelto disfrazado de la cultura neofascista, a la que estamos abriendo paso con gran irresponsabilidad y traición hacia los valores de la democracia, de la ética, del Derecho Natural y del cristianismo.
FRAN AUDIJE
Madrid,España, 21 de octubre del 2023
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.
Descubre más desde REVISTA UNIDAD PARLAMENTARIA
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
