RESPONSABILIDAD EN EL PODER DEL ESTADO

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Para el ciudadano de a pie, la política se presenta muy a menudo, como algo glamuroso, algo así como un cuento de hadas, donde los cargos electos ejercen una cosa parecida a la magia. Pero en el Olimpo del Gobierno de un país, nada sucede como en la ciencia ficción, o como en las ensoñaciones de la antigüedad clásica, cuando se creaban dioses míticos, con sus historias llenas de una imaginación ilusoria, tratando de dar explicación a fenómenos naturales, ante el vacío de la ciencia, que, en el clasicismo, campaba prácticamente por su ausencia.

El Gobierno de una nación, no es magia, ni hace magia, sino que es un conglomerado de ciencias, al servicio de los intereses que hacen primar los políticos, de manera que su aplicación al país, según las distintas ciencias que concursan, moldee a este en un sentido o en otro. Primero es la idea, y el timón que la mueve, luego vienen los marinos y los distintos aparejos marineros, que son los que, mediante su pericia y sus utilidades, hacen que el barco navegue en una dirección o en otra, siempre bajo las condiciones de la mar y de los vientos, que hay que saber capear y marinear, para que el barco llegue al puerto que se propone.

Si nos circunscribimos a Europa, y a la Unión Europea, los diferentes miembros de la misma, constituidas en naciones con ordenamientos jurídicos que tienen como base a los derechos humanos, y que propugnan una economía de mercado, bajo parámetros social-demócratas, en muchos casos, o con más tendencia capitalista, en otros casos, debemos incidir en la llamada al respeto de este espíritu europeo, concretado en un ordenamiento común, al que se adaptan todas las naciones miembro de la Unión Europea.

De sobra sabemos que, una cosa es la teoría, y otra muy distinta podría ser la manera de llevar a la práctica esa teoría, por mucho que aparezca reflejada en un papel oficial. Es en este preciso punto, en el que se debe exigir a los políticos, la máxima responsabilidad y compromiso con una constancia fiel, en el cumplimiento de los tratados de reconocimiento de los derechos más fundamentales, como son todos los derechos humanos.

Si Europa es uno de los continentes más prósperos y donde mejor se vive de toda la tierra, no es por una cuestión mágica, sino porque Europa ha decidido huir de la guerra, reconociendo los derechos humanos y la dignidad de los hombres. Pero no solo reconociéndolo sobre el papel, sino llevando a cabo actuaciones para que se respeten los derechos humanos en la práctica. Y de aquí se deriva la prosperidad europea, no existe mayor secreto.

Cuando existen derechos humanos, y estos se respetan responsablemente por parte de los poderosos, es todo posible en una nación, y, normalmente, lo posible se hace realidad en sentidos ascendentes, siempre marcados por el desarrollo económico y por la libertad intelectual. Por tanto, no se trata de magia, sino de un capital humano al frente de la gobernanza del país, que posea marcados principios de honradez y de coherencia. A las grandes naciones de la Unión Europea, no las distinguen políticos mentirosos y entregados a las trampas. El juego sucio en la política, es mucho más propio de países atrasados y «bananeros».

A Europa no le sirven ya los listillos que hacen comedia desde los púlpitos y los estrados. Europa necesita gobernantes responsables, que acaten y hagan acatar las leyes que se adaptan a una base humana, e incentivadora de la dignidad de las personas. Porque solo una nación que permite la libertad y la dignidad, podrá desarrollar a su ciudadanía, y dejarse conducir por la misma, hacia la prosperidad, en todos los sentidos.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,28 de octubre del 2023

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.


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