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JOEL ORTEGA JUÁREZ
Ciudad de México 10 de noviembre del 2023
Pactar no es traicionar, tampoco es garantía de nada.
Es evidente que existió un desacuerdo entre el presidente López Obrador y las autoridades de la UNAM bajo el rectorado de Enrique Graue.
El presidente llegó a decir que la UNAM era un bastión de la derecha.
Consideró que los grupos conservadores, le habían quitado su tradición popular.
Hubo actos muy extraños desde el inicio de su gobierno, como aquella omisión de la fracción séptima del artículo tercero constitucional que elevó a rango constitucional la autonomía en 1980, reforma conquistada, por cierto, por el STUNAM en la lucha que dimos contra el apartado “C”, donde los diputados del PCM jugaron un papel central, especialmente Evaristo Pérez Arreola.
Una experiencia muy importante. Porque mostró las posibilidades de unir la lucha de masas con la lucha parlamentaria.
Poco después un diputado de Morena promovió una iniciativa para suprimir la ley orgánica y poner fin a la Junta de Gobierno, un canto de las sirenas que embaucó a algunos ingenuos, pero que tuvo que echar atrás el propio Morena por el rechazo que tuvo entre diversos sectores universitarios y en particular por el rector y su grupo.
Es un secreto a voces que Leonardo Lomelí forma parte o formó parte del grupo de Rolando Cordera, al que atacó directamente, en varias mañaneras, el presidente López Obrador.
De pronto ocurrió un viraje, se filtró por muchas vías que Rosaura Ruíz dejó la Secretaría de Cultura del gobierno de Claudia Sheinbaum, para “ocuparse” de la sucesión de la rectoría de la UNAM. Esas filtraciones decían que su candidato era precisamente Leonardo Lomelí, lo cual parecía una cuestión de poca verosimilitud, dado el importante papel de Rosaura en la formación política de Claudia, la “corcholata “, favorita de AMLO. Eso no “checaba “con la animosidad del presidente contra el grupo de Rolando Cordera.
La realidad es que algo ocurrió y Leonardo Lomelí se convirtió en rector designado por la Junta de Gobierno para el período 2023- 27.
Evidentemente hubo un acuerdo entre los grupos de poder de la UNAM y el gobierno de la 4 T.
Unos días antes de la designación del rector, el presidente declaró su respeto a la “institucionalidad” de la UNAM, lo que ha sido rescatado por el rector designado como un signo positivo, para permitir un “diálogo” constructivo entre la UNAM y el gobierno federal.
Vamos a ver hasta dónde el pacto, es parte de un proceso de continuidad con cambios sin “estridencia” que urgen en la UNAM, algunos como la cuestión de los profesores de asignatura para los que ofreció el nuevo rector plazas de medio tiempo.
También el nuevo rector ha mencionado el asunto de los profesores e investigadores de carrera cuyo salario tabular es una parte muy baja del ingreso total por estímulos, Sistema Nacional de Investigadores y un pequeño número de Eméritos, por lo cual ese salario tabular no se toma en cuenta para jubilaciones, lo que ha provocado un envejecimiento impresionante de la planta de profesores e investigadores y ello hace que no se hayan creado las plazas necesarias para los jóvenes que incluso con doctorado no tienen acceso a la planta de profesores e investigadores. Eso es una aberración monumental.
Por supuesto que los cambios que requiere la UNAM no son únicamente esos.
El viejo programa de la democratización de las formas de gobierno de la UNAM, sigue vigente.
Si no hay cambios mínimos la UNAM tendrá conflictos.
Coincido con Manuel Gil Antón. A mi juicio, los conflictos en la UNAM derivan de décadas de descuido de la docencia como actividad crucial; de la incapacidad de su estructura de gobierno para procesar los conflictos y abrir nuevas alternativas de participación de las comunidades; de la gigantesca desigualdad en las condiciones para desarrollar la investigación o los posgrados en comparación con las licenciaturas y el bachillerato; de la aguda estratificación en cuanto al acceso al poder, el prestigio y los recursos de una minoría de funcionarios, frente a las condiciones precarias de muchas personas que van de clase en clase para completar sus quincenas.
Ante el nuevo rector se requiere proponer una alternativa que impulse una reforma universitaria completa y compleja.
La historia de la UNAM demuestra que sus características esenciales las gestaron movimientos universitarios. Como su autonomía en 1929, la libertad de cátedra en 1933-34, su carácter masivo en 1966 y la gratuidad en 1986-87 y 1999-2000.
Es hora de avanzar en esa dirección y tener la mente abierta a dialogar con el rector pactado Leonardo Lomelí .
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.
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