HABLAR DE LIBERTAD EN ESPAÑA

Hablar de libertad, es reconocer que las personas no podríamos realizarnos como tales, sin el respeto hacia lo íntimo y personal de nuestras vidas, ámbito sagrado donde nadie debería tener el más mínimo derecho a intervenir, y que es un santuario donde las personas desarrollamos nuestra vida afectiva, de manera completamente autónoma e independiente, puesto que sin dicha autonomía e independencia es inútil cualquier proyecto de construcción personal y familiar. Nunca será baladí hablar del amor y de lo afectivo en el ser humano, porque, por nuestra propia naturaleza, estamos constituidos para amar y ser amados. Pero el amor solo es posible en la libertad, como solo es posible el desarrollo personal desde el esfuerzo propio, dentro de unas condiciones de libertad y derechos humanos.

Hablar de libertad, siempre implica el reconocimiento de otra libertad fundamental, como sería la libertad de expresión, la cual implica otras muchas libertades, como la de asociación o la de libre pensamiento. Si la cultura es fundamental en un pueblo, en los pueblos latinos cobra un plus de importancia todo lo cultural, porque somos especialmente expresivos y con necesidad de manifestar los ánimos, debido a factores meteorológicos y geográficos. España, por ejemplo, es un país que busca la más mínima excusa para celebrar y hacer fiesta, por eso hemos sido y somos, una potencia literaria, a pesar de que, en la historia, se ha venido cohibiendo la capacidad de pensamiento de nuestros grandes escritores, por medio de instituciones como la Santa Inquisición, principal responsable de las carencias filosóficas y científicas que adolecemos. Por favor, nunca más otra Santa Inquisición, ni organismo represor del pensamiento análogo.

Hablar de libertad, también resulta de reconocer que es imprescindible la existencia de unos Jueces y Tribunales independientes, que apliquen la justicia desde la ley, y nunca desde el capricho personal o el amiguismo. Eso de que los políticos elijan a los jueces, o de que les puedan sancionar, sería trasladar la judicatura a la política. Pero la política no está para juzgar ni impartir justicia, sino para gestionar la cosa pública que es común a todos los ciudadanos. Hemos de reconocer una impunidad bastante sorprendente en la política española, y esto es muy peligroso de cara al control de la corrupción, que se desboca ante la falta de vigilancia y de una potestad sancionadora eficaz.

Por último, creo que la libertad también es permitir a los pueblos elegir su propio designio, y, para ello, en una democracia resulta completamente obligado la consulta a los ciudadanos, previa campaña explicativa e informativa, al tiempo que divulgadora de todo lo que se pretende desde la política. No es lícito decir que se va a actuar en un sentido, y luego salir por la tangente. La honradez en la política, evita la mafia y fomenta la transparencia institucional, precursores de libertad y respeto de los derechos en la práctica. Y, a propósito de esto, creo que deberíamos abrir un debate reflexivo sobre la independencia del País Vasco y de Cataluña, porque no sé si merece la pena que la riqueza de España permanezca confinada en estos dos territorios, dejando empobrecido al resto, a cambio de que se queden, aunque sea cabreados y emitiendo toda clase de improperios en contra de todos. El afán independentista vasco y catalán, es notorio y es un fenómeno cultural, que no es posible acallar en una democracia.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,18 de noviembre del 2023
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.


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