UN REGALO DE DIOS

En cierta ocasión, se fijó Dios en la tierra, y veía que España necesitaba algo de ayuda. Se acercó, pues, por aquellas hermosas tierras ibéricas, y congregó a los españoles:

-Queridos hijos míos, últimamente he estado muy ocupado con otros quehaceres, y no me había dado cuenta de que España, una de mis naciones favoritas, está algo de «capacaida», por lo que he venido a dejaros un regalo, que podría echaros una mano con vuestros graves problemas.

Dios, con la ayuda de dos ángeles, desenvolvió el regalo, y lo puso en medio de la asamblea. Al mismo tiempo, se escuchó un murmullo de disgusto entre los españoles.

-¿Es que no es de vuestro agrado lo que os he traído?

Tomando la palabra el portavoz de los españoles, le contestó a Dios:

-Le agradecemos, Dios, este regalo, pero no podemos aceptarlo, porque hay demasiados entre nosotros que lo detestan.
Unos dicen que no lleva la bandera española en el pecho, bien visible.
Otros dicen que debería levantar el puño en alto, e ir vestido de rojo.
Y los hay que dicen que, lo más importante para ellos, es demasiado pequeño, y que debería ser más grande.

Contestó Dios, con algo de pesadumbre.

-Siento mucho que rechacéis este regalo, porque, de verdad que os iba a resultar de gran utilidad, pero… en fin, los regalos no es obligatorio aceptarlos…

Se marchó Dios algo triste, y, cuando iba subiendo al Cielo de nuevo, le llamaron la atención desde el Continente americano, de modo que Dios acudió a la llamada, como suele hacer. Y le dijeron los americanos, todos congregados en otra asamblea:

-Eso que te llevas de vuelta a tu morada celestial, Dios nuestro, podría sernos de gran utilidad…

Dios, con una luminosa sonrisa de oreja a oreja, contestó:

-Decidme qué veis en este regalo, para que os guste tanto, y queráis que os lo deje.

-Pues vemos que es algo universal, que llamará la atención en todo el mundo, y que nos va a hermanar entre nosotros, y con el resto de naciones.
Vemos que es un amante de la libertad, suya, y teniendo en cuenta la de los demás también, la cual respeta y trata de incentivar.
Y eso que parece pequeño, sabemos que tiene un gran valor, y que, como nosotros decimos: «Lo pequeño, si es bueno, es doblemente bueno».

Muy contento Dios, al escuchar estas palabras de los americanos, les hizo entrega del regalo, y se fue bailando a su paraíso en el Cielo.

FRAN AUDIJE

Madrid,España, 9 de enero del 2024
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.


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