El presente artículo es para agradecer personalmente al Primer Ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial, Sir Winston Churchill, que España no fuera invadida por los Aliados durante dicha cruenta guerra, lo cual hubiera supuesto la división de España, como ocurrió con Alemania, y una pérdida de soberanía histórica, en una de las naciones más emblemáticas de Europa.
Gran Bretaña ha sido el enemigo de nuestra patria por antonomasia. En la conciencia del patriota español, existe una antipatía bien labrada hacia la «Pérfida Albión». Antipatía no del todo justificada, ya que, si bien los Ingleses supusieron un gran obstáculo para la expansión del Imperio Español, también se convirtieron en fieles aliados, gracias a los cuales pudimos «salvar los muebles», durante la Guerra de la Independencia contra la Francia napoleónica, y en más ocasiones, aunque no del todo conocidas en la Historia, cual es el caso de la Segunda Guerra Mundial.
Winston Churchill, principal figura Aliada contra el Fascismo Hitleriano, que supo aguantar el tirón magistralmente, del acoso alemán contra una Europa desprevenida, rápidamente conquistada continentalmente por el ímpetu de las novedosas fuerzas bélicas alemanas, al finalizar la guerra, y cuando Estados Unidos, Rusia y Gran Bretaña, hacían cábalas para repartirse Europa, y establecer un nuevo orden mundial, tuvo un gesto favorable hacia España, sin precedentes en un estadista extranjero, y, menos, claro está, en una de las naciones de máxima rivalidad histórica con nosotros: abogó con el máximo interés, «poniendo toda la carne en el asador», para que España no fuera invadida por los Aliados, pretensión que fue puesta encima de la mesa por Stalin, y ante la cual Roosevelt se mostró tibio y dubitativo.
En los debates entre los tres grandes líderes Aliados, a los cuales he podido tener acceso, por gentileza del profesor de la Universidad Complutense, Hillers de Luque, se puede asistir a un combate verbal entre Stalin y Churchill, en el que el Primer Ministro británico, ya no sabe cuales razones esgrimir para justificar su negativa a las pretensiones de Stalin de invadir España. En uno de sus desesperados argumentos, Churchill llega a decir: «Nosotros tenemos grandes intereses económicos con España, que nos vende naranjas y vino».
Obviamente, España no fue invadida, lo cual hubiera supuesto poco esfuerzo, ante una máquina de guerra en plenitud, como la Aliada, y ante una España arruinada y hambrienta tras la reciente Guerra Civil.
Hay que añadir que, si bien Winston Churchill era un declarado simpatizante de España, su fino instinto político, le permitía intuir las opacas intenciones de Stalin, que no eran otras que implantar el Comunismo en toda Europa. Churchill, por tanto, no solo venció al fascismo de mediados del siglo XX, sino que condicionó seriamente la expansión del Comunismo en Europa, al negarse rotundamente a la invasión de España, que cuenta con una posición estratégica bien estudiada por los británicos, los cuales, durante la Guerra Mundial, también ayudaron a Franco a no apoyar a los alemanes muy abiertamente, ya que sobornaron sistemáticamente a los Generales españoles más cercanos al dictador español.
FRAN AUDIJE
Madrid,España, 13 de enero del 2024
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