Recuerdo de niño haber asistido a un espectáculo de magia, con un mago que, antes de sacar al conejo de la chistera, pronunciaba una palabra mágica, cual era: «¡Abracadabra!». Entonces, metía la mano dentro de aquel sombrero de caballero, y era cuando extraía, mágicamente, un conejo bien gordo y blanco.
En la política podría suceder algo parecido a lo de la palabra mágica empleada por aquel mago. Se trata de ciertos vocablos, que encierran en sí mismos una especie de magia, ya que, al ser introducidos entre las frases de los discursos, logran que la audiencia del pueblo sufra una suerte de hechizo, por el cual acuden en masa a votar al candidato que las ha esgrimido.
Palabras, e incluso frases, como por ejemplo: Igualdad, humanidad, dignidad, feminismo, libertad, búsqueda de la justicia, fomento de la democracia, subida salarial, política social… y algunas otras frases y palabras muy típicas, que poseen, como hemos dicho, la facultad cuasi mágica, de atraer el voto electoral.
Todas estas palabras y fórmulas gramaticales, son, además de mágicas, maravillosas, porque encierran conceptos sumamente nobles y justos, que, de ser desplegados y puestos en práctica, lograrían una sociedad próspera, donde vivir sería una gozada, y donde todos nos sentiríamos realizados como personas.
Trasladémonos, sin embargo, a la realidad social que tenemos, ya fuera del conjuro mágico de los mítines políticos, y comprobemos que la magia no existe, que las cosas no ocurren por arte de «birlibirloque», sino por una gestión adecuada de los problemas sociales, y por el esfuerzo que hagamos entre todos los ciudadanos.
Lo que sirvió para crear una atmósfera de esperanza y de ilusion, de modo que nos volcáramos en un mismo voto todos, para aupar al poder al candidato prometedor, sin que nos explicase cómo iba a lograr materializar esos ideales, del todo deseables, por otro lado, la verdad es que no ha logrado que el panorama español mejore, logrando una sociedad que prospere día a día, con unos hombres y mujeres hermanados, y actuando en unión y solidaridad entre ellos.
La magia es una creencia ilusoria, propia de espectáculos infantiles, ya que, a los niños, con falta de madurez, y una enorme inocencia, les deja con la boca abierta, embargados por una gran sorpresa, ante lo que parece cosa sobrenatural. Poniendo ya los piés en el suelo, hemos de ser maduros, para comprender que todo se logra en este mundo, a través del esfuerzo y del trabajo bien hecho. Como complemento, también añadir la buena fe y la mejor intencionalidad, a la hora de conseguir un gran país para todos, sin excepción.
FRAN AUDIJE
Madrid,España, 10 de febrero del 2024
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.
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