Queridos compatriotas, aunque sea a pesar de muchos de vosotros, pero no digo nada falso, porque lleváis todos los documentos acreditativos de la nacionalidad española, esa que nos une, o nos debería unir en cuanto a derechos, comenzando por los más fundamentales, como son aquellos que posibilitan que podamos alimentarnos, y que podamos desarrollar una vida afectiva en libertad.
Y, como digo, queridos compatriotas, porque en España se os quiere, ya aparte las desafortunadas manifestaciones de pasión patriótico, que se muestran comprensivamente en algunos, que son ofensivas hacia vosotros, los que os queréis ir de España, y que muestran el disgusto por ese sentimiento vuestro, del que os quejáis que es incomprensivo hacia vosotros, y es cierto que es incomprensivo, como también es tremendamente cierto, que vuestros ánimos nacionalistas tampoco entienden las razones y los sentimientos patrióticos de tantos españoles que desean una España unida, con vosotros dentro, por supuesto.
Queda patente que no nos entendemos mutuamente, y deberíamos analizar unos propósitos y otros, para tratar de acercar posturas, o, al menos, de pacificar los ánimos, tantas veces soliviantados por nuestros propios dirigentes políticos, que no digo que actúen siempre de mala fe, pero lo parece, porque, a menudo, sus actitudes son sumamente torpes.
Voy a empezar diciendo una gran verdad: ni Cataluña ni Euskadi, serías lo que hoy sois y representáis para España, si no fuera por la decida apuesta del resto de España y de los españoles, por que se realicen y se hayan realizado las mejores inversiones de esta nación pluricultural, en vuestro suelo y en vuestras regiones geográficas. Las mayores y mejores inversiones españoles, y extranjeras realizadas en España, van a parar a Cataluña y a Euskadi, por expreso y premeditado deseo del Gobierno de España, que es el que administra y gestiona la riqueza de todo el conjunto de la nación española.
Con lo anterior, no excluyo vuestro valor e idiosincrasia, sino que los reafirmo, porque debemos admitir que toda esa riqueza que España invierte y canaliza hacia Cataluña y Euskadi, ha prosperado y prospera, gracias a la administración que vosotros mismos realizáis de la misma, y que suele estar muy bien gestionada.
No olvidemos que, lo que se invierte, tanto en capital material y económico, como en capital humano, en aquellas regiones tan queridas, es un capital global que se deja de invertir en otras zonas de España, que, eventualmente, lo necesitarían, en algunos momentos, más que vosotros. Por tanto, debemos reconocer que España hace un sacrificio para que Cataluña y Euskadi, posean una riqueza, luego muy bien explotada, pero que nos empobrece al resto, que también sabríamos administrarla muy bien, y fomentaría nuestro desarrollo, evitando la emigración de ese otro capital humano, que se va al unísono de las inversiones en infraestructuras y en proyectos empresariales e industriales, porque es trabajo y modus vivendi humano, que se nos detrae, para que lo tengáis vosotros, queridos catalanes y vascos.
La razón para este hecho, es simple: España desea mantener su unidad, y cree que lo puede lograr sofocando vuestros ánimos independentistas, llevando allí donde estos arrecian con mayor virulencia, el regalo de lo mejor que tenemos como nación, nuestra riqueza económica y personal.
Una vez dentro de un proyecto de unidad continental europea, como es la Unión Europea, carece de sentido el independentismo en toda Europa, y en Cataluña y Euskadi también. No obstante, si hacemos cuentas, yo creo que a España no le sale rentable mantener a dos regiones díscolas, que se llevan gran parte de la riqueza, en una especie de soborno para acallar su independentismo. Si nos quedamos en España, los que verdaderamente creemos en España, vamos a lograr un reparto más equitativo de la riqueza y de los recursos, y vamos a evitar el descrédito internacional, de dos territorios protestando y despotricando cotidianamente de España.
Por otro lado, tampoco me parece sensato, obligar a estar en un lugar, a alguien que no desea estar desde su corazón. Nuestra fuerza ha de provenir del amor a España. Los que no aman patrióticamente España, son un lastre y una rémora, que frena nuestro crecimiento, y que nos desprestigia. Tampoco es más grande una nación, por la extensión de territorio que posea, sino por la envergadura de su espíritu. Ahí tenemos a uno de los países más pequeños del mundo, como es Holanda, sin embargo, una de las grandes potencias de la Unión Europea, y del mundo.
En definitiva, catalanes y vascos, que España os quiere y os respeta, y que este amor ha quedado patente en hechos muy claros. Pero, según mi criterio, si vosotros libremente decidierais abandonar la casa común, que durante siglos nos ha albergado a todos, se os debería dejar marchar en libertad. De todas formas, si la unidad de Europa sigue su marcha, antes o después, nos volveremos a encontrar en una misma nación, esta vez una nación de naciones denominada: Europa.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,17 de febrero del 2024
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa
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