El Gobierno español, durante las dos últimas legislaturas, y lo que llevamos de la presente, está demostrando ser uno de los más opacos, despilfarradores, y embaucadores, que han existido jamás en este país, que no destaca por figuras políticas ejemplares, ni por hombres de Estado con talante claramente demócrata, exceptuando, quizás, la época de la Transición a la democracia, en la que Adolfo Suárez sobresalió como guía, conduciendo a nuestro país hacia la normalización política dentro del Imperio Occidental, si entendemos como tal, a la Unión Europea, y a la OTAN.
Para tratar de explicar estas tres características de los últimos Gobiernos españoles: opacidad, despilfarro, embauque; debemos mirar hacia su presidente, el apolíneo y escultural, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, un señor con fama de psicópata, que se ha demostrado que miente por sistema, y que está siguiendo practicas gubernamentales, que rayan la ilegalidad, cuando no sobrepasan esta línea prohibida en un Estado de Derecho que se precie, como son los de la Unión Europea.
La opacidad a la que me refiero, proviene de las numerosas voces que admiten delitos muy graves, impulsados desde el Gobierno español, y, concretamente, desde su propia presidencia, sin que los mismos, que sepamos, estén en fase de investigación, o se haya formulado denuncia judicial alguna. Notamos, pues, que hay algo que huele a muerto, pero no podemos verlo ni verificarlo fehacientemente.
Por otro lado, según los datos oficiales, España es la nación de la Unión Europea, que mayores beneficios está sacando de la financiación de Europa, con fines de paliar los efectos perniciosos de la crisis económica, a la que fuimos arrastrados por el efecto devastador del virus COVID 19. Y, a pesar de todo ello, el panorama español económico-social, sigue teniendo un pronóstico delicado, por no admitir con cierta vergüenza, que España padece una virtual bancarrota, solo disimulada, precisamente, por los dineros que nos mandan los europeos.
En cambio, vemos los hábitos de ministros y altos cargos, incluyendo los del presidente, y da la impresión de que aquí no ocurre nada malo, y de que nadamos en la abundancia. De ello nos habla la profusión de ministerios, de cargos por doquier, de asesores múltiples y multiplicados, y de una Administración Pública, que, en contra del consejo europeo, se hace cada vez más grande y enorme.
El último Gobierno que ha formado Pedro Sánchez, es claramente de perfil político, muy alejado de la tecnocracia que demandan los tiempos actuales. Unos tiempos de crisis profunda, en los que España no necesita tanto de demagogia, como de talentos profesionales que sepan tomar las decisiones técnico-políticas adecuadas, de cara a levantar a nuestro país de la postración en la que se encuentra.
Recordemos aquel viejo latinajo, que versa: «Primun vívere, deinde filosofare», es decir, que para hacer la revolución política que parecen pretender los que nos dirigen hoy, necesitaríamos estar más fortalecidos económicamente, y en una sociedad donde los valores no estuvieran tan en decadencia.
El primer fallo de todos, es el discurso en contra de la corrupción, mediante el que accedió al poder Pedro Sánchez. Discurso muy prometedor, que se quedó solo en promesa, una vez más incumplida, como seguimos comprobando durante los últimos días.
¿Podríamos afirmar que estamos ante uno de los presidentes más corruptos, y que más ha impulsado la corrupción en la actual democracia?. ¿A qué se dedica Pedro Sánchez Pérez-Castejón?.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,28 de febrero del 2024
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