Equivocarse es algo intrínseco a la condición humana, de tal manera que podríamos decir que el error forma parte de la definición del hombre. «Quien no haya pecado, que tire la primera piedra», dice Jesucristo en un pasaje del Evangelio.
El error puede darse en distintos estadios de gravedad, según la trascendencia de lo que se falla, y de la intencionalidad que se puede encontrar en la actuación que da lugar al error. Así, podríamos encontrar, desde errores meramente informativos, es decir, aquellos que consisten en emitir unos datos equivocados, hasta errores en los que causemos daños de diferente importancia, pasando por los típicos errores infundados, debido a que nos han engañado, o hemos recibido una pista falsa.
El peor de los errores, a mi gusto, es el que tiene que ver con realizar un daño o mal hacia otro semejante. Esto siempre será un error, ya se cometa con pleno conocimiento de lo que se hace, o se lastime a otra persona, por mera ignorancia. Siempre que dañamos a otro u otros, subyace en el fondo de los antecedentes, una explicación para entender los hechos que han causado daño. En ocasiones debemos ir muy adentro de la persona, para explicar estos comportamientos punibles o condenables, porque está muy clara y muy poco justificada la actuación dañina que se ha llevado a cabo.
En cuanto al fracaso, se encuentra muy relacionado con el error, porque cada vez que nos equivocamos, de la manera que fuese, se produce un menoscabo en algo que nos pertenece, de lo que se derivan daños hacia nosotros mismos. Los errores, pues, nos causan un perjuicio, que podríamos denominar fracaso. Lo que ocurre es que solo entendemos vulgarmente por fracaso, cuando ese perjuicio que hemos recibido por el error o los errores cometidos, supone un daño de cierta entidad.
Hablando ya en concreto, podríamos decir que uno de los mayores fracasos de España, nuestro país, es que nos constituyamos los españoles como enemigos de nosotros mismos. Desde hace tiempos inmemoriales, España es el principal enemigo con el que cuenta la propia España, siendo un rasgo muy definitorio del español, el hecho de que estemos enfrentados entre unos y otros. Se habla de las dos Españas, como una división de nuestro país en dos facciones irreconciliables, y enfrentadas a menudo. En los últimos tiempos, se ha marcado con mayor profundidad, la diferencia entre ideologías y partidos políticos, arrastrando estos a una mayoría de la sociedad, que se ve obligada a tomar parte por uno u otro sector político, los cuales se han ido endureciendo en su radicalidad, por lo que la disputa por el poder, se ha vuelto muy dura, fatigosa, y apasionada. España está cegada a sí misma, y le ha dado prioridad a los factores divisorios, que nos alejan y nos hunden cada vez más, en la fosa de una tumba, de la que todavía hemos escapado en diferentes ocasiones.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,12 de marzo del 2024
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