DEMOCRACIA ELEMENTAL

En distintas ocasiones, he oído a algunos políticos pronunciarse en favor de un electorado que vote de tal manera, que haga desaparecer a la oposición política a sus partidos, lo cual me parece detestable en una democracia, y en un Estado de Derecho, porque es, precisamente, la existencia de una diversidad política, la que da pie a la democracia, y a la que podríamos llamar «justicia democrática», consistente en que el Gobierno de una nación, no solo es gestionado por el grupo político elegido por los ciudadanos en unas elecciones libres, universales, y secretas, sino que también, este gobierno es participado por los demás partidos en la oposición política, realizando una imprescindible labor de tutela y vigilancia de esa gestión o labor concreta de gobierno, que lleva a cabo el grupo político encargado de gobernar directamente.

La existencia de los parlamentos o de las Cortes legislativas, tiene este sentido imprescindible en una democracia: que el Gobierno de la nación consulte al resto de representantes de la ciudadanía, las actuaciones legislativas que va a llevar a cabo, y que estas se sometan a aprobación por parte de las cámaras encargadas de examinar, manifestar su opinión, y otorgar su voto. Además, en los parlamentos, se lleva un seguimiento de la situación general del país, y se debate la misma, de manera que el Gobierno pueda explicar la gestión que lleva a cabo, y la oposición política calibre, y critique o apoye, esta gestión que se está realizando.

En demasiadas ocasiones, observamos en las Cortes legislativas, espectáculos deplorables, en los que se ejerce verdadera violencia entre unos diputados y otros. Se producen amenazas e insultos, situaciones muy tensas, las cuales, entre damas y caballeros, deberían sobrar y detestarse. Pero ya no solo por una cuestión de educación o caballerosidad, sino porque, en una democracia y en un Estado de Derecho, se debería poder acudir a recursos judiciales y de mediación jurídica, para dirimir las posibles diferencias que pudieran darse en el ejercicio del gobierno, sin necesidad de recurrir a este tipo de violencia chabacana, la cual nos está hablando de talantes poco democráticos, y de una necesidad de reciclaje en tal sentido.

Por otro lado, forma parte de la educación del carácter demócrata en los representantes ciudadanos, el abstenerse de utilizar el poder que se obtiene, para realizar abusos encubiertos, que podrían contar con una variopinta casuística: desde la realización de desfalcos, hasta la violación de derechos fundamentales. La corrupción política y en las instituciones, requeriría de una mayor y más exhaustiva vigilancia judicial, para prevenir estos desmanes, que la impunidad y la falta de vigilancia, impulsa su fomento y su generalización. No le damos a la corrupción su verdadera importancia, pero supone la enfermedad de mayor gravedad que pudiera afectar a una nación demócrata, ya que estaríamos hablando de la infracción de la ley, por parte de los mismos que las elaboran y hacen vigentes, que serían los primeros encargados en dar un ejemplo a los demás de cumplimiento y observancia.

Gozar de salud en los conceptos más elementales que definen a la democracia, marca la diferencia entre vivir en una verdadera libertad, o sobrevivir en una nación que aparenta ser demócrata, pero que, en la realidad, se acerca bastante a un Estado absoluto, donde el poder es ostentado por una oligarquía, con una tendencia cada vez mayor, a la tiranía y a la opresión.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,30 de marzo del 2024
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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