Cuando uno va por la vida, pasando por encima de todo y de todos, dando ostias a diestro y siniestro, traspasando los límites, y yendo cada vez más allá, sin tener en cuenta nada ni a nadie, se suele hablar de que es un hombre intrépido.
La vida, sin embargo, es como es, «Y no la he inventado yo», como dice la canción. Se puede ser intrépido, pero hay que estar también, dispuesto a pagar la factura de nuestras aventuras y transgresiones. Mi padre solía decir una frase muy sabia, fruto de su experiencia vital personal: «Cuando las cosas se hacen mal, salen mal».
Muy a menudo, hacemos las cosas sin pensar en las consecuencias que pueden tener, más allá de los 5 minutos posteriores a que ocurran. Realmente, es difícil vaticinar el futuro a largo plazo, pero hay cosas que son de sentido común. Otras cosas pueden depender de múltiples factores, y quién sabe lo que podría ocurrir, depende de tantas circunstancias… Por eso, en este segundo caso, conviene utilizar la prudencia, y no aventurarse demasiado.
El Titanic fue un célebre barco, que decían que era insumergible, que no lo podía hundir «Ni Dios», pero todos sabemos que el Titanic se hundió en medio del Océano, en su primera travesía. Fue un barco intrépido, pero irresponsable, y esa fue la razón de que chocara contra una criatura de la naturaleza, como fue el Iceberg contra el que colisionó, que no estaba previsto que pudiera encontrarse en aquella latitud, y se fue a pique, en uno de los grandes dramas y paradojas del siglo XX. Posteriormente, cuando los avances técnicos lo permitieron, quisieron ir a reflotar el Titanic, que se encontraba a miles de metros de profundidad. Se pusieron a hacer cálculos, y llegaron a la conclusión de que no merecía la pena acometer semejante empresa, aunque la ingeniería lo permitiera. Hoy el Titanic es un museo sumergido, al que algunos curiosos acaudalados, llevan a visitar, en la llanura desértica donde se pudre, sepultado bajo la presión de billones de toneladas de agua salada.

Recuerdo a un profesor de mi Colegio, que siempre antes de comenzar los exámenes de su asignatura, nos decía completamente serio: «Se puede copiar… Pero al que pille copiando, le suspendo».
Moraleja: No seamos intrépidos, seamos responsables, hagamos las cosas bien, no abusemos de la naturaleza y de la vida, no seamos tan ingenuos de pensar que nuestros actos no van a tener consecuencias. En esta vida se paga todo, lo malo y lo bueno; de pagar lo bueno, se alegra uno y lo disfrutas; de pagar lo malo, le pesa a uno y te arrepientes.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,3 de abril del 2024
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