DEMOLICIÓN DEL INOCENTE

Que nadie se alarme por este título del artículo que toca hoy, porque no va contra nadie, sino que va a favor de todo el mundo, sin excepción, ya que será una reflexión para buscar la paz y la reconciliación.

Alguien, y seguramente bastantes de esos alguien, podrían albergar serias dudas sobre la posibilidad de que cupiera un perdón sin rencor, y un perdón para olvidar todo perjuicio, volviendo a empezar como si nada hubiera ocurrido.

Nelson Mandela, encarcelado en una miserable Cárcel estuvo más de 20 años, tiempo durante el que fue tratado con crueldad y sin compasión por sus carceleros. Cuando fue liberado, por fin, y llegó a la presidencia de Sudáfrica, en ningún momento se le ocurrió tomar la más leve represalia contra sus torturadores, y eso que hubiera sido muy fácil: solo tenía que dar una escueta orden, y los que le torturaron habrían mordido el polvo. Pero no, hizo justo lo contrario, les dejó en libertad, respetando sus derechos de ciudadanía a rajatabla, incluso, cuentan que, un buen día, se encontró con uno de los que más daño le hicieron, y le invitó a comer.

Este gesto de magnanimidad de un hombre como Mandela, nos está hablando de lo que es el amor por la patria, y de lo que significa la reconciliación, por encima de la venganza y de la ausencia de perdón. Y gracias a un gesto de perdón, y de olvido de toda la maldad recibida, se terminó con el esclavizador régimen del Apartheid, las dispares y enfrentadas razas se dieron un abrazo, para decidir trabajar todos juntos, sin discriminación alguna, por una Sudáfrica grande en democracia, y bajo los auspicios de la Ley y del Derecho.

No cabe mayor gozo mútuo, que perdonarse mutuamente, y sentirse respectivamente perdonado. Saber que no serás perseguido, ni te estará esperando ningún patíbulo ajusticiador, en ninguna parte, ya que, realmente, venció el amor sobre el odio y el rencor.

En España, las víctimas de violaciones de los derechos humanos, muchas de ellas herederas de la Guerra Civil, 1936-1939, deberíamos tratar de seguir ejemplos como el de Mandela, un sabio y un gran hombre, que perdió su juventud defendiendo la liberación de los esclavos y marginados de su raza. Y su lucha perseverante dió frutos, pero, sobre todo, fomentó y trabajó por la reconciliación de los esclavos maltratados, con los blancos, caudillos crueles e inhumanos durante siglos.

Si los compatriotas somos hermanos, por el derecho de sangre, y por el derecho de suelo, nos deberíamos perdonar, recapacitando sobre los hechos acaecidos que nos enfretaron y nos dividieron. Estamos condenados, o a entendernos y convivir, de la mejor manera posible, o, de lo contrario, si mantenemos la mirada torva de unos hacia otros, nos seguiremos hundiendo en la destrucción y el atraso.

Lo adelantado y avanzado, de verdad, con el corazón, no es ir a vengarnos y a hacernos daño, en absoluto. Lo adelantado y avanzado, es tomarnos de la mano, para amarnos y hacernos todo el bien que nos sea posible.

El amor es lo más productivo que existe, y el amor hace posible lo imposible. El patriotismo nunca debería ser excluyente, y debería ser respetuoso con los diferentes a nosotros, porque, gracias a las diferencias y las discrepancias, es posible una mayor riqueza de aportaciones, que, si sabemos gestionarlas, nos harán, efectivamente, grandes, para que nos sea más fácil ir más allá, en la libertad y en la prosperidad como nación.

La actitud contraria al ejemplo de Nelson Mandela, es la demolición de la patria, a través de la demolición del inocente, y de la venganza de la víctima, en una fea guerra que nos hace daño a todos, estemos en el lado que estemos.

FRAN AUDIJE

Madrid, España, 18 de abril del 2024

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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