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Celebramos durante estas fechas, la conmemoración del levantamiento del pueblo español contra la invasión de los franceses, que tuvo lugar simbólico durante el 2 de mayo de 1808, en la ciudad de Madrid, cuando el pueblo de la capital del entonces reino de España, se amotina contra las tropas del General Murat. La corona acababa de ser traspasada de Carlos IV, a su hijo Fernando, bajo los auspicios astutos de Napoleón Bonaparte, que, pretendiendo invadir Portugal, pacta el acceso a la península ibérica a través de España, en una maniobra mediante la cual nos invade con su Ejército, para acabar por colocar en la corona española a su hermano mayor, José Bonaparte.
Destacar el patriotismo del pueblo de Madrid, al que le siguió el resto de España, como una sola fuerza unánime, que se oponía a la dominación extranjera por la violencia de las armas, ya que los españoles, más allá de sus gobernantes, claramente manifestaron que deseaban ser independientes en el trazado de sus designios históricos, e hicieron lo que se demanda en tales ocasiones de amenaza de la libertad: ofrecer una oposición feroz, hasta dar la última gota de sangre, como sucediera, no solo en Madrid, sino en tantos lugares, como en los sitios de Zaragoza o de Cádiz, cuando la heroica resistencia de los vecinos y del Ejército español, puso a los franceses en evidencia ante sus injustas imposiciones.
Quedó claro, en aquellos momentos históricos, que España no desea prescindir de su libertad ni de su independencia como nación, y que los españoles somos capaces de dar la vida por lo que nos pertenece legítimamente: el territorio, la cultura, las instituciones, en definitiva, la libertad para ser y hacer lo que nos venga en gana, o lo que en conjunto decidamos como pueblo, amparados por nuestra propia razón y por nuestro propio entendimiento.
Desde la Guerra de la Independencia, no obstante, España vivió una serie de vicisitudes, políticas, sociales, y de desarrollo económico, que han transformado al pueblo español, y lo han ido haciendo más dócil y pasivo ante las injusticias. En tal sentido, se puede constatar en la historia, una decadencia acusada, cuyo punto de máxima inflexión se podría encontrar en la pérdida de los territorios de ultramar, que tuvo su definitivo desenlace con la guerra de 1898. Perdimos América y Filipinas, pero el genio español no se perdió, sino que resurgió en una fuerza de intelectuales de enorme talla, que supo actuar de Pepito Grillo ante la conciencia de los españoles, lejos del derrotismo o del acomplejamiento, y supo aceptar la realidad de una España cuyo pueblo vivía en un atraso medieval, gobernado por unos políticos poco competentes, que optaron por entablar una guerra en la vecina África, en vez de acometer las reformas pertinentes, que sacaran a España de esa postración decadente.
La Guerra Civil, de 1936 a 1939, es solo el fruto de una España llena de miseria, que trataba de buscar la solución ante las injusticias sociales, y se revolvió contra sí misma, llevada por las pasiones y el rencor, en una enfermedad típica de las naciones pobres y subdesarrolladas, como es el diagnosticado por la Generación de 1898, “cainismo”, es decir, el propio perjuicio que se hace un país a sí mismo, en vez de luchar en solidaridad por sacarse del atolladero, que fue lo que ocurrió durante la Guerra de la Independencia, cuando los españoles se unieron contra el mal invasor que nos aquejaba.
Cabe preguntarse si, en los tiempos actuales, no estamos regresando a ese cainismo, que nos condenó a matarnos entre unos españoles y otros, en vez de unir fuerzas contra la invasiva pobreza, siempre injusta, porque es portadora de esclavitud y de indigencia, en un mal solapado y ladino actual, que recibe el nombre de corrupción política.
La corrupción política es otra forma de cainismo, pero concentrado en los poderosos de una nación, que traicionan a su propio pueblo, al engañarlo para demostrar algo que no están haciendo, como es trabajar por la prosperidad de este país milenario. Pero dejemos de ser ingenuos, queridos compatriotas, no existe en España ahora mismo, partido político que no esté manchado por la corrupción, y, particularmente, los que más han tocado el Gobierno, son los más corrompidos y corruptos.
Debemos exigir a los políticos de nuestro país, que dejen de mirar por sus propios bolsillos, y por sus propios caprichos personales, y se pongan a trabajar por el engrandecimiento de España, que es trabajar por una España más honrada, donde haya oportunidades para todos, y no para unos sí, pero para otros no. Queremos una España libre, donde los jueces puedan administrar la justicia, de manera independiente, estancos a las presiones políticas o de cualquier otro tipo, que son ajenas a un Poder Judicial sano.
La democracia, no solo está en peligro en España, sino que está en serio peligro, porque se encuentra en manos de políticos corruptos, que, mediante la astucia y la manipulación, nos están traicionando a todos los españoles.
FRAN AUDIJE
Madrid, España, 30 de abril del 2024
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