LA TRAICIÓN EN LA IGLESIA

La traición es algo de lo que no escapa ninguna persona, ni institución alguna, por muy seguros que parezcamos en tal sentido. La tentación nos podría llegar a cualquiera, y es más fácil de lo que parece, renunciar a la amistad, o a cualquier otro compromiso, para acceder a un comportamiento traidor.

La Iglesia, es una de las instituciones que mayor aplomo parece demostrar en el sentido de la negación de sus pecados, incluyendo la traición, ya que, como ella misma se declara, es santa, católica y apostólica, dando la impresión de que está a salvo del pecado, y lejos de traicionar a nada ni a nadie, puesto que rebajarse a una actitud como la de Judas Iscariote, o la del apóstol Pedro, es algo superado definitivamente, según el discurso habitual de sus miembros.

Pero la realidad resulta ser bastante distinta: ahí tenemos a los sacerdotes que practican la pederastia, tenemos a sacerdotes gays, que, según declaran, mantienen relaciones sexuales, aún en contra de sus votos de castidad, tenemos a sacerdotes que han coaccionado a religiosas al sexo, como consta en diversos informes que barajó la Santa Sede, y tenemos, en la actualidad, una importante corriente crítica en la Iglesia, que desobedece las consignas del Papa Francisco, como Jefe supremo de la Iglesia.

Estas son solo algunas de las traiciones de la Iglesia, conocidas por los medios de comunicación, pero existirán muchas otras que no conocemos, ya que la Iglesia es una institución tan sumamente corporativa, que tiende a tapar cualquier polémica en la que se puedan ver envueltos sus miembros.

Debemos decir al respecto que, la tradición traidora de la Iglesia, no nos debe sorprender, a pesar de ser una religión que proclama a bombo y platillo la santidad, en la imitación del Evangelio, hasta conseguir llegar a la perfección de Nuestro Señor Jesucristo. La perfección proclamada desde el Evangelio, y desde los púlpitos, es un camino que se inicia en el pecado, para ir pasando estadios de perfección en dicho pecado, hasta llegar un momento en que nos sea posible un alma tan nítida y fortalecida, que se pueda considerar santa, y libre de los pecados mortales, ya que la propia imperfección humana, no deja de alejarnos del pecado venial, al menos.

Las propias Escrituras Sagradas, nos advierten de esta tendencia al pecado y a la traición de la Iglesia católica como institución, particularmente en los pasajes bíblicos que hemos mencionado anteriormente, es decir, la traición de Judas Iscariote, que vendió a Jesús de Nazaret, su Maestro, por unas cuantas monedas, a los Fariseos, para que lo prendieran y lo ajusticiaran. Y, por otro lado, la negación que hizo el apóstol Pedro de su Maestro, Jesucristo, hasta en tres ocasiones, por miedo a que le prendieran, y lo crucificaran a su lado, resulta una de las de mayor sorpresa, ya que el apóstol Pedro era uno de los más seguros en su fidelidad al Señor, la cual falló en el momento de la prueba real y verdadera.

Debemos considerar otro hecho importante, en relación al apóstol Pedro, y es que, el Maestro, Jesucristo, quiso edificar su Iglesia sobre los cimientos de este fogoso apóstol, líder de los doce apóstoles de Jesús, en un aviso bastante claro a navegantes, de que ni siquiera un Papa, o sucesor de Jesús, a la cabeza de la Iglesia terrenal, está a salvo de cometer traición, por muy líder revestido de santidad que se le haga aparecer. Ahí tenemos un ejemplo muy cercano, de un Papa español, como fuera el Papa Borgia, que era, como bien sabemos por la historia, un auténtico “bala rasa”, que mantenía relaciones con amantes, y hacía muchas otras sinvergonzadas.

FRAN AUDIJE

Madrid, España,5 de julio 2024

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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