Nuestro Primo Americano


Por: Atilio Alberto Peralta Merino

Ciudad de Puebla, Puebla,13 de julio del 2024

Aficionado de tiempo atrás a apreciar las representaciones teatrales, el silencio que envuelve a la pieza teatral : “Nuestro Primo Americano”, constituye uno de los misterios de la cultura que da de vueltas por mi ánimo de manera reiterada, una y otra ves.

Ignoró quién es su autor, jamás la he leído y ni siquiera la he visto editada en español o en inglés, la lengua en la que originalmente fue escrita.

Nunca tampoco la he visto representada en escena y desconozco su trama, lo más cercano a su representación fílmica es el pasaje de una cinta en el que, un público enardecido, quiere linchar a un actor, por ser hermano de James Wilkes Booth, y que es caracterizado por Dick Burton, para, a fin de cuentas, terminar ovacionándole ante su presencia escénica, sentado en una silla regia caracterizando el papel de Hamlet.

El Viernes Santo, 14 de abril de 1865, el Presidente Abraham Lincoln asistió al teatro Ford de la Ciudad de Washington, y acaso, como Cesar en la tragedia de Shakespeare, habría ignorado alguna nota aclaratoria de advertencia que ,al no leerla, hizo que “el destino se asociara con la traición”.

El actor James Wilkie Booth no era en aquella ocasión parte del elenco en la representación de “Nuestro Primo Americano”, hizo frente, eso sí, al espectáculo público del proceso en el que, tanto él como los conjurados que le acompañaron en la conspiración-debidamente acreditada en juicio- se vieron constreñidos a responder ante la opinión pública y la ley por el crimen perpetrado.

En la actualidad, en la que es abatido Mark Vilets en Butler, Pensilvania, sin dar cuenta a la ley y a sus conciudadanos de el “iter criminis” que lo llevó a la comisión culpable del hecho clave del momento, valdría la pena que se pusiera en escena la misteriosa obra, y acaso con ello podrían develarse no pocos de los misterios que rondan la vida pública de la actual generación.

A diferencia de Vilets , Booth logró huir cabalgando a galope, pese a la fractura del peroné que el salto del palco presidencial a la escena le produjo , tras arengar al público expectante con la siguiente locución: “así mueren los tiranos”.

De mucho tiempo atrás, he tenido la intuición de que la pieza “Nuestro Primo Americano” puede develarnos no pocas de lo que los antropólogos llaman: “llaves de la cultura”; desentrañando acaso , entre otros misterios, el que encierra el profundo silencia escénico y editorial en que se ha visto envuelta desde el fatídico Viernes Santo de 1865.
albertoperalta1963@gmail.com

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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