INCLUIDOS Y EXCLUIDOS

En una democracia como sería de rigor, debería favorecerse la inclusión social de toda la ciudadanía, sin excusas ni favoritismos de ningún tipo, porque todos, y absolutamente todos, somos útiles a la hora de aportar nuestros talentos y virtudes a la sociedad.

Por tanto, lo que debería ser, es el carácter aglutinador de la política que se ejerza, cualquiera que fuera el cariz de la fuerza política en el poder. Tiene sentido que sea de esta manera, ya que la democracia es la participación del pueblo en los asuntos públicos y comunes a todos, pues, entre otras cosas, la soberanía en una democracia recae sobre el pueblo, es decir, que el pueblo es el dueño de la nación, constituyendo sus representantes políticos, una forma operativa de gobernanza, pero nunca podría concluirse que supone esta representación, la licencia para el abuso de poder, o la postrera toma por usurpación, del poder que pertenece al pueblo.

Cuando en una nación demócrata, toman el poder representativo del pueblo, unos políticos que se dedican a mamar de la teta del Estado, instalándose en la ilegalidad, y ejerciendo una gestión política en función de sus intereses personales, de la misma manera se produce un fenómeno de “guardia pretoriana”, en el que se excluyen a todos aquellos que no favorecen este sino político, mientras que a todo aquel que se considera amigo, o favorecedor de esta infamia, se le incluye, otorgándole toda clase de favores, en lo que constituyen privilegios abusivos, nada indicados en democracia, puesto que estaríamos rasgando la soberanía nacional, usurpando de la misma a una parte de los ciudadanos, para entregarla a una clase privilegiada en exclusividad.

Por tanto, aquella sociedad en la que existen privilegiados, es una sociedad de excluidos, de una parte del pueblo a la que se despoja de sus derechos de ciudadanía, con el sentido de que los poderosos puedan más de lo establecido por ley, ya que los privilegiados lo van a ser en tanto en cuanto se dediquen a apuntalar a los poderosos en sus poltronas.

Estaríamos hablando de un sistema totalitario disfrazado de democracia, o de una democracia que ha degenerado en una versión dictatorial, puesto que, en un principio, y si no se le pone remedio pronto, este sistema degenerado, en el que se hace el paripé democrático, terminará despojándose de su disfraz, para dar la peor de las caras totalitarias posibles.

Por otro lado, debemos hablar de la habilidad de estos políticos usurpadores, para hacerse con las riendas de un poder injusto, fruto de la manipulación, y de la generación de un clima de verdad tergiversada, en el que la imagen de los gobernantes solo es una apariencia falsa, lograda a propósito para embaucar a esa parte de los incluidos, que van a sostener la farsa y la estafa.

FRAN AUDIJE

Madrid,España, 2 de agosto 2024.

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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