En una democracia no caben los gobernantes chulos, aquel tipo de dirigente estatal arrogante, que hace de su capa un sayo con la ley. Porque la ley no es una mera referencia, algo que está ahí en la lejanía, para ser contemplado como un hecho simbólico, pero que, a la hora de la verdad, no es algo práctico.
Julio Anguita, ex coordinador general de Izquierda Unida, en entrevista con el “Loco de la colina”, aseveraba que, cuando la ley se cumple o no se cumple a capricho, o a conveniencia, es que no existe la ley. Julio Anguita, fue alcalde de Córdoba entre 1979, y 1986, en un momento en que el comunismo, del que había sido un ferviente ideólogo, no gozaba de sus mejores momentos, en cuanto a apoyo electoral se refiere, pero su figura de hombre honrado y demócrata, le hizo gozar de un crédito popular sin igual entre sus paisanos. Cuando se retiró de la política activa, Anguita volvió a su antiguo trabajo de maestro, gozando del mismo nivel de vida modesto, con el que había vivido antes de ser elegido como candidato a gobernante. Un caso parecido al de su antecesor en el cargo, Gerardo Iglesias, que, tras abandonar la presidencia del Partido Comunista de España, retornó a su trabajo de minero, en Asturias, con absoluta normalidad.
Es decir, que en un país como España, para enriquecerse con un cargo público, hay que ser algo chulo, por lo menos, porque, una de dos, o infringes la ley, o por decreto te conviertes en un fraude. En la administración pública española, se viene a trabajar, dentro de la relativa comodidad que suponen las cosas de palacio, pero no se debería venir a hacerse de oro, porque estamos en un país donde el paro laboral es, siniestramente, uno de los que más se disparan en el Occidente desarrollado, y porque vivimos en un país, que no ostenta una economía como para tirar cohetes, hablando coloquialmente.
España ocupa el puesto número 15, entre los 20 países de la Unión Europea, en el ranking de salarios, con un 18.2 Euros por hora, como media, inmediatamente por debajo de Italia, con un 21.5 Euros/hora. El puesto primero del ranking, lo ocupa Luxemburgo, con 47.2 Euros/hora. Hacia la mitad de la tabla, se encuentran grandes potencias, como Alemania, con 31.6 Euros/hora, Francia, con 28.7 Euros/hora, ó Países Bajos, con 33.0 Euros/hora. Por tanto, nuestros políticos se deberían bajar del carro, para trabajar con mayor humildad, y mayor efectividad, en sus labores, digamos, estrictamente gestoras de los asuntos públicos.
Otro tema que detecto, en cuanto a estos síntomas de chulería, es la mentalidad tan escasamente servicial de los líderes políticos en España. Tengo la impresión, de que muchos de ellos tienen subido el poder a la cabeza, como se suele decir, y han perdido la noción del sentido de la democracia. En una democracia no se está para ser servido, sino para servir al pueblo, y a la ciudadanía, pues recordemos que la soberanía nacional, no recae en el Presidente o en el Jeje del Estado, sino que recae en el pueblo español, como bien reconocen las leyes, y nuestra Constitución política de 1978.
En España, y en la Unión Europea, nadie es más que nadie, sino en tanto en cuanto las leyes lo reconozcan y lo amparen. El abuso de poder, que equivale a saltarse las leyes a la torera, ejerciendo lo que dicta la voluntad, incluso en la ignorancia de los mandatos judiciales, es una de las actitudes de mayor ramalazo chulesco que puedan caber.
Como reconoce la jueza, Natalia Velilla, en su libro, “La crisis de la autoridad”: la raíz del problema es la falta de una educación democrática que ayude a la población a comprender todo lo que implica la democracia: no es solo votar cada 4 años, sino preservar una serie de sistemas y órganos que ejerzan tareas de control y examen del poder de manera continuada. “El autoritarismo no es más que una deriva patológica de la autoridad”.
FRAN AUDIJE
Madrid,España, 18 de agosto 2024.
Fotografía Alber Losada (Facebook).
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