MONOS LIBERADOS

Cuando Obama era presidente de los Estados Unidos, le enseñaron unas imágenes de un grupo de chimpancés que vivían en cautiverio, sirviendo para la experimentación en un laboratorio de investigación. Obama sintió piedad ante aquellas imágenes, de estos pobres y desgraciados monos, enfermos y padeciendo diversos trastornos, provocados por las sustancias de todo tipo que se les suministraba, con el fin de probar sus efectos. Los chimpancés fueron inmediatamente puestos en libertad, y, al menos, pudieron vivir un poco sin la tortura cotidiana de los experimentos, antes de morir a los pocos meses.

Así como estos chimpancés tuvieron la fortuna de conmover a un hombre poderoso, que les concedió la libertad, una libertad con la que nacieron y que Dios había proyectado para ellos, existen millones de seres humanos que viven… o, mejor dicho, que sobreviven, en condiciones que no son dignas de las personas.

Ahí están los documentales de los niños que han perdido su infancia trabajando a decenas de metros bajo el suelo, en minas de oro o de diamantes. En las mismas imágenes se ven a otros niños, disputándose la basura con aves carroñeras. También las niñas pierden su virginidad, en hoteles de lujo, complaciendo a hombres sin escrúpulos, que les dejan la sentencia de muerte del SIDA, cuando todavía les espera la Escuela, la Universidad, una profesión cualificada, y una familia digna que formar junto al hombre amado.

Tenemos el drama de los niños soldados, de las mujeres esclavizadas en los burdeles, de los que venden sus órganos para poder comer durante dos meses, y a pueblos enteros que son oprimidos por una familia de magnates, que disfrutan las riquezas y los placeres robados a su pueblo, en terrible deslealtad patriótica.

Necesitamos este tipo de héroes: corazones que se exciten ante las injusticias, ante los abusos y ante la humillación de unos hombres que pisan a otros, mientras orinan en sus bocas, y que acuden en su auxilio a pecho descubierto, movidos por la indignación y la clemencia. Aquellos corazones que se excitan ante la esclava sexual, ante el diamante extraído por una mano infantil explotada, o ante los pobres que le suplican una moneda para romper el ayuno de varios días, son corazones de zorros, de lobos o de ratas, que muchos ven como los triunfadores de este mundo, pero están transformando en una selva inhóspita a nuestras sociedades, donde rige la ley del más fuerte y del «sálvese quien pueda».

FRAN AUDIJE

La foto de Twitter

Madrid, España, 26 de agosto 2024.

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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