Nos hemos referido en múltiples ocasiones, a las recomendaciones de los filósofos clásicos griegos, sobre la clase de personas que deberían dedicarse a la política, y al gobierno de las naciones. Desde luego, nunca cualquiera es válido para este alto menester, dedicado a la gestión de los asuntos públicos comunes de los ciudadanos. Y, desde los clásicos referidos, solo una categoría escogida de personas, sería válida para el desempeño gubernamental.

No es recomendable, por la propia experiencia, aquellos perfiles de personas con intereses económicos, o con otro interés en el que pudiera estar involucrada una fuerte necesidad de escalar y prosperar. Quitados estos tipos de personas, nos quedan aquellos que aman a la nación o a la patria, por encima de sí mismos, por tanto, con una apreciable capacidad de abnegación.

Una cualidad que se busca mucho en la política, pero que suele escasear, es la de la honradez. Generalmente, vencer a la tentación de encontrarse con un bargueño hasta la bola de oro, y no tratar de quedarse con alguna pieza de ese oro, aprovechando que no hay testigos, es harto complicado. Lo mismo que, de pronto, te percatas de que despiertas un desmedido interés en el sexo contrario, y de que te ofrecen toda clase de placeres… ¿quién resistiría la tentación?. Como también el acceso a la manipulación de otras personas o empresas, puede ser una tentación muy sugestiva.

Se pide, pues, que los candidatos a la política, tengan como principio, trabajar, trabajar, y trabajar, sin perder la cabeza, ni la vista, en el objetivo de servicio a su país, fuera de cualesquiera otros fregados ilegales o fraudulentos, que pudieran cruzarse en el desarrollo de dicho desempeño.

En la conciencia de los políticos y gobernantes, debe imperar la clara idea, de que la ciudadanía les está facilitando la cabeza de la sociedad, porque se requiere esta forma de organización operativa, bajo la condición de que se resuelvan las distintas vicisitudes, que aquejan a todos los cuerpos sociales en las naciones. La política y el gobierno, no es una lotería que toca con el premio gordo, ni un paraíso donde campan a sus anchas unos pocos privilegiados, para abusar del poder y enriquecerse.

Haciendo un resumen en escasas palabras, la política debería ser el arte de servicio del poder gubernativo, bajo el sino de la abnegación y de la honradez.

FRAN AUDIJE

Madrid, España, 2 de septiembre 2024.

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