Una de las razones para la existencia de normas jurídicas, es la necesidad que tenemos los seres humanos de convivencia. Porque las personas necesitamos estar unidas en asociación, para conseguir materializar los logros que pretendemos alcanzar. Es así como surge la sociedad, aquella asociación colectiva de personas, que agrupa a una gran generalidad de individuos y personas jurídicas.
Por otro lado, debemos reconocer que las personas somos distintas unas de otras, y ya no solo las personas individualmente, sino los diferentes grupos o asociaciones en los que se unen las personas con una coincidencia de objetivos. A esto le llamamos, diversidad. Dentro de las sociedades, existe la diversidad, inevitablemente. En ocasiones, esta diversidad es bastante marcada, pero, a pesar de ello, los seres humanos tenemos como uno de nuestros grandes retos vitales, la cohesión de la sociedad, a pesar de las diferencias que pueda haber en su seno.
En una ocasión, atendiendo a la entrevista de uno los grandes juristas españoles de todos los tiempos, D. Antonio Hernández Gil, le escuché explicar, de manera muy sencilla, que el sentido del Derecho y de las Leyes, no era otro que facilitar la convivencia en la sociedad, y que, precisamente, las diferencias y divergencias que suceden dentro de la vida social cotidianamente, es lo que le concede importancia al Derecho, y a todo el mundo jurídico, ya que está concebida su existencia, a causa de la diversidad que existe en la sociedad.
Probablemente, si todos estuviéramos cortados por idéntico patrón, pensáramos igual, y actuáramos de la misma manera, el mundo y la sociedad, serían tan sumamente uniformes e iguales, que podríamos prescindir de la mayor parte del Ordenamiento Jurídico. Sin embargo, la realidad es que no somos ovejas, ni formamos rebaño. La sociedad es bastante compleja, y las relaciones que surgen en la misma, de muy variado cariz. He ahí, pues, la necesidad de regular las conductas sociales, siendo imprescindible que todos acatemos esta regulación, para que no se forme un caos, o un verdadero despropósito de luchas, como en la selva, donde la ley general que rige, es la del más fuerte, o la del “Sálvese quien pueda”.
FRAN AUDIJE.
Fotografía del profesor Antonio Hernández Gil, del blog de extremeños ilustres.
Madrid,España,18 de septiembre del 2024
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