LA RELATIVIDAD DEL ÉXITO

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

El escritor Camilo José Cela, Nobel de Literatura, puso una dedicatoria en su aclamada novela «La familia de Pascual Duarte», que pasó a la historia, junto con aquel gran relato: «A mis enemigos, que tanto me han ayudado».

¡Cómo es posible que alguien agradezca nada a sus enemigos! Los enemigos son aquellas personas que se pasan todo el día maquinando cómo te pueden perjudicar y hacer daño. Entonces, ¿hay algún sentido en darles las gracias por sus maldades?

Por propia experiencia, puedo decir que se aprende más del mal que nos causan, que de todo lo bueno que vivimos. Es sorprendente que la vida funcione así, pero los que hemos pasado por vicisitudes complicadas en la vida, sabemos de la importancia que tienen los enemigos en el éxito de las personas.

No estoy diciendo que haya que ser masoquista, y ponerse a buscar capullos que nos martiricen. Es algo innecesario, porque no hace falta ponerse a buscarlos, aparecen ellos solos y se reproducen como las setas.

Y los enemigos nos la hacen pasar canutas, pero resultan contradictoriamente positivos para nuestros logros personales, porque el mal cuenta con cara y cruz. Como se suele decir: no hay mal que por bien no venga.

A menudo, el mal nos motiva a pensar y a maquinar cómo nos vamos a defender, y eso ya es un logro a nuestro favor, porque desarrolla nuestro intelecto. Por otro lado, las experiencias de sufrimiento y de carencias, agudizan nuestros sentidos, ayudándonos a superar complejos y defectos, y nos suelen catapultar hacia el bien, y hacia la perfección espiritual.

El éxito puede consistir en amasar una gran fortuna, y en estar rodeado de placeres y poder, pero también es un gran éxito poder superarte como persona, aunque tenga que ser en la humildad y en el aparente fracaso.

El Cielo está plagado de fracasados, mientras que en el infierno tienen poltronas reservadas a los triunfadores de la vida. Porque el que triunfa es fácil que se envanezca y pierda la humildad. Mientras que el fracasado experimenta lo que sienten los perdedores, y su visión del mundo se amplía y se hace más humana.

El triunfador se vuelve insoportable, e intenta ejercer la tiranía de su éxito ante su mundo más próximo. Mientras, el que fracasa, se puede parar a realizar el esfuerzo de análisis de las razones de su desastre, y le sirve de aprendizaje y para hacer borrón y cuenta nueva, de manera que puede comenzar otro proyecto, informado de lo que no debe volver a repetir.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,26 de septiembre 2024

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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