Para Aristóteles, la política debía ser un ámbito reservado a una clase muy determinada y exclusiva de caracteres humanos. Caracteres cortados por el patrón de la honradez y de la sabiduría, con una gran capacidad reflexiva, y dotados con las mejores intenciones de servicio a sus conciudadanos, así como por un amor abnegado hacia la patria.
En lo que habrá quedado Aristóteles, en España, y en muchos otros lugares del mundo, porque estamos viendo que la política se ha reservado para gente sin escrúpulos para delinquir, y hacer toda clase de estafas y fraudes, no digo ya a sus propios conciudadanos, sino a sus propios correligionarios de partido, y a sus propios votantes. Es decir, que la política se ha transformado, de un cometido al servicio del pueblo, a una oportunidad para criminalizar el poder, llevando a cabo toda clase de tropelías, la mayoría de las cuales quedan ocultas, merced a la utilización de las instituciones públicas, como tapadera de la criminalidad.
Este fenómeno de criminalización del poder que comentamos, se basa muy probablemente, en un relajo de los filtros para la admisión de los candidatos, y de los representantes de la ciudadanía, en los partidos políticos. Al relajarse la exigencia para subir al poder, ha bajado considerablemente la calidad del elemento humano en la política. Es decir, que hemos pasado a renunciar a los postulados de la filosofía clásica, como los formulados por Aristóteles, para que la política fuera lo suficientemente robusta, en el sentido de poseer la capacidad de atesorar a grandes valores de personas, que pudieran realizar una labor al frente del Estado, de verdadero impulso al desarrollo y a la prosperidad de las naciones.
En lugar de lo mencionado como deseable para la política y para el poder, se han ido admitiendo a una clase de personas, sin amor real por la patria, o sin los principios sólidos que se requieren para declinar las tentaciones traidoras del poder. Y, cuando en política no existe esa abnegación tan necesaria por la patria, es fácil caer en el crimen, tan solo cayendo en el error del abuso de poder, al que se llega, insistimos, por una falta de principios sólidos, basados en la idea de que se está en la poltrona, no tanto para servir, como para que te sirvan.
En el momento que se tiene meridianamente claro, que la política ha de estar al servicio del ciudadano, y nunca al contrario, la política y los políticos se alejan de la corrupción, y se acercan a marchas forzadas, hacia una gestión bien hecha, y respetuosa con los derechos de los ciudadanos.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,1 de octubre 2024
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa
Descubre más desde REVISTA UNIDAD PARLAMENTARIA
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
UP es un esfuerzo editorial de todos, una visión del mundo que nos lleva a preguntarnos más que a afirmar. Es darle opción a diferentes voces que vienen de cualquier parte del mundo.
Nuestro propósito es mostrar una realidad que frente a nuestros ojos ocurre y no tiene trascendencia en los grandes medios, un parlamento ciudadano en el que se toman decisiones a partir de la constante visión de nuestros problemas, sin dejarse llevar por fanatismos o miradas extremas.
Ver todas las entradas de Unidad Parlamentaria