HACIA UN MUNDO CRIMINAL Y DEPRAVADO

Lo peor que le puede ocurrir a cualquier nación, es que la delincuencia campe por sus anchas, en una impunidad asombrosa, incluso, amparada por la fiscalía, y que las víctimas de esa delincuencia tengan que pagar por los delitos de tan exacerbada criminalidad.

Cuando ocurre esto, es decir, que el propio Estado defiende a los delincuentes, y castiga a las víctimas de la delincuencia, podríamos hallarnos ante dos escenarios hipotéticos: uno, que el Estado tenga contactos de interés con el crimen organizado; y dos, que sea el propio Estado el que se ha constituido en mafia, criminalizándose, y transformándose en ente del crimen organizado.

En ambas hipótesis, nos encontramos ante el fenómeno de la institucionalización de la injusticia, consistente en la toma del poder por parte de las mafias, las cuales consiguen controlar la administración de la justicia, de manera que adaptan la misma a sus intereses criminales, bien de manera indirecta, a través de sus contactos con el propio Estado; bien de manera directa, mediante la propia actuación de las autoridades, constituidas en mafia criminal.

¿Sería posible afirmar, que, en el mundo desarrollado, o primer mundo, se produce este fenómeno de institucionalización de la injusticia?: Desde luego que sí, y lo podemos encontrar en el mismo marco de una de las principales entidades supranacionales de Estados que existen, como sería la Unión Europea, y, al menos, en dos naciones adscritas a la misma, como serían Italia y España.

A nivel mundial internacional, encontramos otro hecho digno de mención, relacionado con la injusticia, y con la institucionalización de la misma: se trata de la degeneración moral y ética forzada, que encuentra tres puntales principales de actuación: uno, el mundo de la homosexualidad; dos, la organización entorno a la legalización de la pederastia; y tres, el mundo de la prostitución y del tráfico ilegal de seres humanos.

De momento, en parte, esta degeneración moral y ética que comentamos, la cual tiene un carácter forzado, es decir, que se está llevando a cabo, no de manea natural, sino poniendo los medios necesarios para que ocurra, y se extienda, se queda en algo, en teoría, privado, que pretende ser fruto de una evolución social natural. Sin embargo, sabemos extraoficialmente, que esto no es así, sino que viene estando impulsado, de manera solapada, pero cada vez menos solapadamente, y cada vez de manera más institucional, por Estados y Gobiernos, muy concretos.

Una vez más, la Unión Europea se coloca entre los sospechosos de este tipo de política, que trata de extender la corrupción social, no solo por su propio ámbito territorial y jurisdiccional, sino que procura exportarlo al resto del mundo. Una prueba elocuente de ello, es el desmarque que ha realizado la Unión Europea de su tradición cristiana y católica, porque todo lo que sea adscribirse a ideas o mensajes religiosos, que puedan contradecir los verdaderos propósitos degenerativos de la moral y de la ética, conviene desatarse de ellos.

Una de las manifestaciones, que prueban lo que estamos afirmando, tuvo lugar en la inauguración de las Olimpiadas de París 2024, cuando se produjo un espectáculo de exaltación del mundo LGTBI, con ofensa implícita hacia el cristianismo. En este hecho queda bastante claro, que el mundo occidental, no es que se haya declarado laico o aconfesional, sino que toma un decidido partido por el laicismo más beligerante.

De la situación en la que nos encontramos, a la violación de los derechos humanos generalizada, que se produzca al imponer por decreto la homosexualidad, la pederastia, y la prostitución, queda un paso que no será difícil que se materialice, si las sociedades occidentales continuamos dejándonos llevar por la corriente, y no nos organizamos para impedir este hecho, que significaría una nueva institucionalización de la injusticia, además de la que hemos analizado muy someramente al principio, sobre la criminalización de las políticas de Estado.

FRAN AUDIJE

Madrid,España, 4 de octubre 2024

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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