Foto del blog Academia del Jardín de Murcia (Paskui)
El año de 1898, constituyó un punto de inflexión para España, desde el que se toma conciencia por primera vez de algunos de los males que nos aquejan como nación, puesto que en ese año tan crucial, nuestro país dejó de estar presente en el Continente americano, merced a la guerra con Estados Unidos, en la que, a pesar de la heroica actuación del Ejército español, esta joven potencia, por entonces emergente, consigue arrebatar a España, sus últimos territorios allende los mares: Cuba, Puerto Rico, y Filipinas.
A pesar de las críticas reflexivas que suscita este hecho, después de cuatro siglos de presencia española en América, en los tiempos actuales, surge otro momento de recapacitación, sobre lo que significó el desdoblamiento de España en otro Continente, después de las duras invectivas de los enemigos del Imperio español, ya no solo militares, sino de propaganda antiespañola, en lo que se conoce como “Leyenda Negra”.
No se trata de echar por tierra la labor de los españoles en América, ni tampoco de sublimar esta labor, sino de hacer honor a la verdad histórica, evitando las manipulaciones políticas, y tratando de limpiar todas las mentiras o medias verdades, que se han propagado injustificadamente, sobre lo que los españoles llevaron y se trajeron, de uno de los continentes más ricos y agraciados del planeta.
Si bien es cierto que los Conquistadores españoles, tomaron, en la mayoría de los casos, militarmente aquellos bastos territorios, y que, en unos primeros momentos, suscitaron una tiranía opresora sobre los indígenas americanos, manifestando una fiebre obsesiva, en muchos casos, de riquezas y honores, nos parece injusto extrapolar estos hechos, también justificados en su propio contexto histórico, a todo el resto de presencia española en América.
No vamos a negar la dura represión que se produjo contra las poblaciones indígenas, en los momentos de conflagración bélica, justificados por la necesidad de mantener el dominio de lo que se acababa de conquistar, pero debemos afirmar que los reyes que supervisaron estos primeros momentos en el Nuevo Continente, tanto Carlos I, como Felipe II, siempre quisieron que a los pobladores de América, se les considerase súbditos de la Corona de España, con los mismos derechos de los súbditos de nuestros reyes en Europa, y debemos recordar que un súbdito, en aquellos entonces, constituía la mayor categoría de ciudadanía que existía, respecto de la realeza.
Tampoco debemos negar que, tras aquellos primeros momentos difíciles, tanto para los españoles, como para los indígenas americanos, España se dedicó a hispanizar aquellas hermosas y ricas tierras, que consideró en todo momento como territorio español, y nunca como una simple colonia, de la que se aprovechaba, sin a penas intercambio benigno. Solo hay que recorrer los actuales vestigios de la presencia española en América, y analizar los antecedentes de muchas de sus más constructivas instituciones, como Universidades u organizaciones hospitalarias, para que nos demos cuenta de que, la América española era otra España, en muchos casos más próspera que la España europea. Recordemos, por ejemplo, que el primer ferrocarril español, fue instalado en Cuba, y que la provincia española de Cuba, a la independencia de la misma, era la región española más rica y próspera, de todo el conjunto del territorio español.
Se abre, pues, un periodo de recapacitación, como he dicho, en el que debemos indagar la verdad de lo que significó la América española, tanto en sus primeras sombras, como en el trasvase cultural y humano posterior que tuvo lugar, que, a título personal, me parece ejemplar, porque España no exterminó a los pobladores americanos, sino que los incluyó en España, mezclándose con ellos, y aportando a su cultura los valores hispanos. Cultura indígena, que fue respetada y mantenida, en todo aquello que no contradecía lo que era considerado progreso y desarrollo. De este hecho, por otro lado, tan ejemplar, no pueden presumir ni franceses ni ingleses, que, muy al contrario, arrollaron a las culturas indígenas, esquilmando su raza y sus costumbres.
FRAN AUDIJE
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa
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