El progreso de la humanidad ha ido parejo a la creación e invención, de técnicas, sistemas, y de aparatos, ingenios, o máquinas, que pudieran desarrollar los proyectos o las ideas, a través de las cuales se generaban cambios socio-económicos, en avance y en bienestar de todos los seres humanos en la Tierra.
La tecnología ha sido, pues, un firme apoyo para revolucionar a los seres humanos y a las naciones. Precisamente, la Revolución Industrial, durante el siglo XIX, corre al unísono de la Revolución Francesa, y de otras revoluciones paralelas, como la Marxista, la Feminista, o la Sexual, pero deja de constituir una mera casualidad, desde el momento en que la invención de la máquina de vapor, resultó ser la causante de una nueva perspectiva sobre la concepción vital de los ciudadanos.
Con la máquina de vapor, se acortan las distancias considerablemente, y los medios de producción se vuelven mucho más productivos, de modo que se eleva el nivel de vida en la sociedad, para que se puedan consumir los productos, fabricados en masa, merced a las innovadoras técnicas de producción en serie.
Consecuéntemente, el vuelco económico no tiene precedentes, y surgen nuevas clases sociales, hijas de la industria revolucionada, como el proletariado y los obreros, rivales directos de la burguesía, dueños, en un principio a título tiránico, del sector industrial y el de servicios. Todo esto trae como consecuencia, el inicio de la unidad solidaria obrera, con el fin de ejercer una defensa eficaz, con respecto a los abusos de la burguesía.
En todo este panorama, estamos viendo que los avances tecnológicos hicieron avanzar a la humanidad, en bastantes sentidos, pero que no siempre fueron buenos para el avance y el desarrollo, pues el uso de la tecnología también sirvió para generar esclavitud e injusticias.
En nuestro tiempo, ya medio resueltos los desafíos que planteó la revolución tecnológica, para la industria, y para las clases sociales derivadas de dicha revolución, nos encontramos con novedosas revoluciones tecnológicas, como la informática, e, incluso, la médica, tan relacionada con la revolución genética.
Lo mismo que en el caso expuesto del siglo XIX, la tecnología vuelve a presentar peligrosos retos a la humanidad, puesto que no todos los usos en dichos avances, serían una bendición para el conjunto de las personas, antes bien, podrían ser destructivos y degenerativos, según de qué manera fueren utilizados.
Algunos de los mayores retos, vendrían representados por la revolución informática, la cual resulta tremendamente lesiva con aspectos como la privacidad de las personas. Por otro lado, la manipulación genética suscita múltiples dudas, tanto éticas, como de salud. Queda en entredicho el respeto de los derechos humanos, a la hora de emplear medios informáticos o genéticos, dependiendo del discernimiento humano, la aplicación o la abstención parcial, de emplear estos adelantos tecnológicos en todas o en algunas de sus facetas, considerando a las personas en su dignidad natural, amenazada si no empleamos un sentido común racional, que supervise y conduzca los hechos, en la medida de que nos beneficien, y no nos hagan daño.
FRAN AUDIJE
Foto Linkedin.
Madrid, España, 19 de octubre del 2024
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