Por Juan Pérez Medina.
Morelia, Michoacán,16 de noviembre del 2024
Cada cuatro años la historia se repite y la elección de los Estados Unidos acapara la atención por lo menos desde un año antes. Pero se vuelve la nota del día conforme se acerca el día de la elección.
Todos sabemos que quien sea el ganador no cambiará de forma radical la política de ese país con relación al mundo. Los representantes del poder económico, los grandes holding o oligopolios que desde allí controlan el mercado, ese que falsamente denominan para engañarnos como “libre”, y que desde allí cuidan y favorecen sus intereses, tratando de imponerse a los pueblos con la estrategia de la zanahoria y el garrote y, con la ayuda de los lacayos de cada país y gobierno y los representantes de su misma clase, quienes son sus representantes y embajadores en nuestros países (en México el PRIAN y la clase empresarial), están atentos y actuantes para garantizar que nada modifique en lo más mínimo lo establecido.
Sean Demócratas o Republicanos la causa es la misma y el desenlace es igual. Así que, ganara quien ganara los pueblos de todas maneras perdían. El sufrimiento del pueblo palestino azotado por el más terrible y cómplice de los genocidios por parte de las bestias israelís, no iba a cambiar si hubiera ganado Kamala Harris, como no cambiará con la llegada de Donald Trump.
Así que cada año, acudimos al ritual electoral del más representativo país capitalista, sabedores de que nada cambiará sea cual sea el resultado. En ese sentido, por ejemplo, Donald Trump seguirá con la consigna de no atender las resoluciones de los países que integran la Asamblea General de la ONU que votaron casi unánimemente por levantar el cruento bloqueo económico al heroico pueblo de Cuba. El mes anterior se aprobó la nueva resolución contra las sanciones de Estados Unidos a Cuba, que se prolongan ya 62 años y han significado un duro golpe a la economía de la isla. La resolución obtuvo 187 votos a favor, 2 en contra y una abstención; siendo Estados Unidos e Israel quienes se opusieron a la resolución y Moldavia se abstuvo; sin embargo, nada mueve a los yanquis de su política asesina hacia Cuba.
Había que mencionar que, aunque en lo general nada cambia en un país en donde se registran varios partidos políticos (existe la creencia errónea de muchos mexicanos acerca de que son sólo dos partidos los que hay en Estados Unidos y han llegado a proponer que en México sea igual, dizque para ahorrar dinero), y en donde los dueños de la economía occidental y, por tanto, estadounidense, se encargan de garantizar que sólo compitan dos, que a la postre son lo mismo y, por lo tanto, acaban siendo uno.
Lo hacen por medio de su elemento más querido: el dinero. Con este vehículo como el elemento central, tanto republicanos como demócratas se aplican en la tarea de conseguirlo. Aunque no siempre el que más consiga resulta el ganador, como ocurrió en esta ocasión, donde la demócrata Kamala Harris obtuvo mil cuatrocientos setenta y un millones de dólares, mientras que Donald Trump reunió mil 52 millones de dólares, siendo este último el ganador. En general la elección total alcanzó la cifra récord de 15 mil millones.
Los aportantes son precisamente los más poderosos, entre ellos Elon Musk, el hombre más rico del mundo; el banquero Timothy Mellon, que donó públicamente 172 millones; la médica Miriam Adelson, dueña de varios casinos en las vegas, quien, según The Post, donó 134,8 millones de dólares; Michael Bloomberg, cofundador de la empresa de software financiero y medios de comunicación que lleva su nombre, quien ha donado 43,7 millones de dólares a la campaña de Kamala Harris; Bill Gates, dueño de Microsoft, con una donación de 50 millones de dólares y; George y Alex Soros, quienes donaron a Harris 60 millones de dólares, entre otros donantes no menos generosos.
Pero si asistimos con esta elección a una mascarada aberrante de la democracia, una democracia inexistente, controlada por loa grandes intereses económicos y mediáticos de ese país, es un hecho que, aunque tanto demócratas y republicanos son, como dije, lo mismo, existen tamices que llegan a delinear cada gobernante en su momento de responsabilidad.
Sin embargo, existen realidades que vienen marcando los últimos tiempos y se agudizan o parecen acelerarse con el triunfo de Donald Trump. Los resultados demuestran un momento de grave crisis estadounidense para la que no existe una salida pacífica y los recién llegados no son precisamente los indicados para cuestiones de paz. El gabinete que se ha venido anunciando por Donald Trump deja en claro que los designados son más bien amantes de la guerra que no atienden las normas, sino sus propias convicciones y, estas, no son para nada diplomáticas y, mucho menos, humanas.
Nos esperan pues, cuatro años por lo menos, de una política imperialista agresora, intervencionista, belicosa, injerencista, racista, clasista que no dudará en amenazar y actuar al margen de las leyes internacionales para intentar imponer sus intereses.
No lo dudo, lo peor está por venir encarnado en Donald Trump. Los ciudadanos estadounidenses han soltado la hidra de mil cabezas que hasta a los de casa terminará dañando. La derecha y la ultraderecha están de plácemes en el mundo.
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa
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