Hemos tratado en alguna ocasión, las diferencias que existen entre los países del Norte, y los países del Sur, entre las que destaca la capacidad previsora, bastante notoria en el Norte, y bastante escasa en el Sur.
La explicación que dábamos a esta marcada actitud entre naciones tan dispares en lo geográfico, que las aleja en cuanto a la mentalidad popular también, está relacionada con temas meteorológicos, que invitan a vivir de manera más celebrativa o fiestera, en el Sur, y de otra manera muy distinta en el Norte, donde la gente se guarece de las inclemencias climáticas en casa, criando aficiones mucho más tendentes a la reflexión y al trabajo.
No es una casualidad, que los grandes músicos y filósofos europeos de a partir de la Edad Moderna, se concentren en el centro de Europa, como tampoco sorprende que los grandes pintores y poetas del Viejo Continente, hayan radicado con mayor incidencia en los países del Sur, donde la climatología inclina los talentos a estas otras formas de expresividad.
Pero siguiendo con la cualidad de la previsión, tan patente en los países más prósperos de Europa, debemos reconocer que quien vive recogido en casa, dedica más tiempo a sus cosas, está menos pendiente de las vidas ajenas, tiene más tiempo para pensar y meditar, y gasta menos recursos en juergas o divertimentos.
Debemos reconocer que, la palabra “Fiesta”, proveniente del idioma castellano, es una palabra que se ha adoptado internacionalmente, para denominar aquellas celebraciones semejantes a las que se viven en España, donde el mundo de los festejos está a la orden del día, a parte de los tiempos fuertes celebrativos, como el Carnaval, la Semana Santa, o la Navidad, momentos en los que las fiestas son más tradicionales, y, en algunas regiones, hay asociaciones de ciudadanos, que trabajan todo el año, en la preparación de este tipo de fiestas, de una singular importancia popular.
Es fácil deducir, pues, que, en el Norte, la gente vive la felicidad de otra manera, mucho más inclinada al acopio, y a la anticipación del futuro, sencillamente porque pasa mucho más tiempo pendiente del porvenir, y lo analiza una y otra vez. El Sur vive despreocupado, con una llamativa tendencia al desprecio por el trabajo, y al aprecio por aquellas actividades que sean más lúdicas y hedonistas.
No es de extrañar, tampoco, que en los países del Sur, el carácter de los políticos sea marcadamente embaucador, y con tendencia a constituirse en mafia, puesto que los políticos se ven obligados a asegurar a los electores cosas irrealizables, si no se trabaja duro, y con una gran responsabilidad. De ahí tantas veces el desencanto popular ante las promesas políticas, lo cual nos habla también de una ingenuidad popular acusada. Por mucho que los políticos nos prometan la Luna, sabemos que la magia no existe, lo que existe es el esfuerzo y el trabajo diario, pero, en el Sur, la gente quiere que le resuelvan los problemas con magia, y sin prescindir de los festejos.
Por otro lado, tampoco sorprenden los escándalos de desfalcos económicos, en unos países donde cunde la irresponsabilidad, y donde el pueblo suele vivir el hedonismo como una patología. La escasa cultura del trabajo, lleva a tratar de conseguir el placer por la vía fácil de la sustracción y de la estafa. La constitución de mafias y de caciques, tan frecuentes en el Sur, se ve relacionada con el asociacionismo para lograr vivir la vida fácil, a costa de la esclavización de los demás.
Existen casos concretos en el Sur, que son bastante singulares, y habría que analizar con detenimiento, ya que ofrecen una casuística muy peculiar, como sería España, por ejemplo, nación de enormes recursos y dimensión geográfica, no obstante, sumido en un atraso socio-económico que llama la atención en el contexto de la Unión Europea. Hoy por hoy, España vive hipotecada por una deuda externa desmedida, debido a la pésima gestión que se ha realizado en las últimas y muy seguidas crisis económicas mundiales, y a que el país, ha estado gobernado, tras el éxito de la Transición a la democracia, por una clase política corrupta, hasta el extremo de que se ha constituido en mafia.
España vive a caballo entre el subdesarrollo africano, y el desarrollo europeo, pero, haciendo balance, el resultado es un país con escaso talante democrático, y mucha tendencia a vivir la nostalgia de un pasado imperial glorioso, y de otros tiempos aciagos, en los que el movimiento obrero mantenía el poder, con el firme propósito de realizar una revolución, que trajera la justicia social a una España bastante medievalizada. El trauma de la Guerra Civil, no se ha curado, entre otras cosas porque no les interesa a los políticos, puesto que supone un recurso de manipulación electoral, y persiste la ensoñación ciega, en aquello que Jorge Manrique describiera como: “Al nuestro parescer, cualquier tiempo pasado fue mejor”.
FRAN AUDIJE
Madrid, España, 8 de diciembre del 2024
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