TRABAJAR, NO VIVIR DE UNA PAGA DEL ESTADO

Una de las cosas más indignas que puedan existir, es vivir de poner la mano, para que otros nos mantengan, sin hacer nada útil, y sin ejercer profesión alguna.

Recordemos aquella enseñanza proveniente del lejano Oriente, que dice que, cuando un hombre tenga hambre, no les des un pez, sino que le enseñes a pescar.

Por otro lado, conseguir ganarse la vida, ejerciendo determinados oficios, completamente dañinos hacia la humanidad y la dignidad de las personas, como la prostitución, por ejemplo, es algo estúpido y sin sentido. Nadie vale tan poco, como para que se tenga que rebajar a servir de inodoro de otros individuos, que abusan de su posición predominante.

Ganarse la vida con honradez y dignidad, no es tan complicado, sobre todo en nuestros días, cuando existen cantidad de instituciones públicas y privadas, ofreciendo formación profesional de variado cariz, para que cada cual, de acuerdo a sus gustos o potencialidades, pueda elegir aquello que más le convenga, de cara a conseguir un trabajo del que vivir, aportando algo útil y positivo para la sociedad.

El Estado, más que ofrecer ayudas a la población, lo que debe hacer es realizar una gestión más competente, de cara a que se formen puestos de trabajo, y los ciudadanos tengan un fácil acceso al mercado laboral. No decimos que no a las ayudas, puntuales y acotadas a momentos de especial virulencia de la crisis económica, pero sin acostumbrar a nadie a vivir con la mano puesta, ni al Estado transformarse en una especie de padre, que mantiene a los niños, y les da una paguita semanal.

Los ciudadanos, el pueblo, nos debemos acostumbrar a luchar por nuestro país, en el trabajo y en el esfuerzo diario, desde la legalidad y desde las prácticas transparentes. Porque, al contrario, cuando es el Estado quien mantiene al pueblo, acostumbrando al mismo a vivir del cuento de las ayudas y de las pagas, al tiempo que contribuye al conocido como “pan y circo”, debemos adelantar que ese país poco va a tardar en derrumbarse, porque el Estado se alimenta del esfuerzo de su pueblo, y nunca al contrario, que el pueblo se alimente del Estado.

Debemos explicar que, la magia no existe, y que la burocracia solo organiza a la sociedad, pero que esta no produce riqueza directa, sino a través del funcionamiento de la sociedad alrededor del trabajo, que la burocracia debe gestionar de cara a su mayor efectividad.

Plantear una nación, que mantiene a su pueblo sin hacer nada, es algo inviable, y una grave estupidez. Es el pueblo, volvemos a insistir, el que mantiene a la nación.

Recordemos aquel afortunado discurso del presidente de los Estados Unidos de América, John Fitzgerald Kennedy, cuando aseveraba lo siguiente: “No te preguntes qué puede hacer tú país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tú país”.

FRAN AUDIJE

Madrid, España, 2 de enero del 2025

Fotografía Facebook.

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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